lunes, abril 10, 2017

Compraventa de lecturas

Me he puesto a leer narrativa de manera intensiva con las últimas correcciones de mi libro sobre Francisco Aguilar y Paz. Es el más “filosófico”, por lo que la claridad y coherencia conceptual han de ser más exigentes. Hay que ser preciso en las ideas, poner el concepto que es, que tenga el significado correcto (que puede variar un poco en otro lugar),  discriminar los similares pero no suficientemente  exactos o apropiados, tener cuidado de no repetirlo, además de mimar, claro está,  la forma, que para mí es muy importante. Me sale el humor y he de contenerme para no meter chistes que irían de maravilla, pero me cargaría el libro irremisiblemente. Me salen golpes. Pero yo me debo al intelectual Aguilar y a los que les interese, que serán unos cuantos. 
Una de las cosas que más me halagan es el  haber hecho gracia o reír. Un amigo me dijo, que no olvidaré, que se había reído con alguna descripción mía de la Guía de Playas de España, Manolo Vidal,  de mi último libro del Sáhara, que tenía humor; mi hijo (ahora en un islote de Indonesia, vía Tokio y Yakarta) que se había partido de risa leyendo el manuscrito, me lo contó mi hija, de Línea Líquida, igual que el catedrático.
Compré varios libros en Bilbao, dos en Córdoba (uno ya lo tenía, lo sospeché, pero sentí la ilusión de poder tener uno más: Moriscos y Al  Ándalus) y ninguno en Cádiz.
Compré “El hombre superfluo” por el título y el autor: Turgeniev. De Tvetan Todorov “La experiencia totalitaria”. Después encontré a un premio nobel noruego seguidor de Hitler y al que desde hace años venía  oyendo citar muchas veces: Knut Hamsun (la última ayer leyendo a Victor Serge) y “La bendición de la tierra”, me he leído sus 350 páginas de varios tirones, que aún  reverbera en mi  como un episodio de vida humana muy intenso, dejando una vibración emocional o sugestión que no termina de disiparse en tu mente. 
Y por fin a Victor  Serge “La ciudad conquistada”. Es impresionante. Soy un absoluto admirador de los grandes escritores,  comunistas importantes, que pasaron a denunciar  esos regímenes,  acusados de traidores, rechazados por las mayorías intelectuales dominados  por las ideas comunistas de Occidente, que  afrontaron la denuncia desde la soledad. Escribieron grandes obras. Uno es Arthur Koestler También los intelectuales que se enfrentaron a la “corporación (¿o sindicato?) de intelectuales izquierdistas", que fue una plaga en todo el sXX. Tengo ya una biblioteca sobre estos con el regalo reciente de Jean Francois Ravel.
Vi la exposición  temporal  en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, y lo compré. Me gustó más reencontrarme con mi museo y sus fondos permanentes.



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