Hoy he bajado al Downtownm había quedado con mi hermano en
el bar horrible (te sirven otra cerveza y no recogen la botella anterior, entre otras infamias).
Teníamos el sol fuera pero penetraba creando una amable gradación de penumbras. Esto se me ocurre
ahora que lo escribo, cuando estaba allí me mantenía con un mínimo de
sensualidad, tipo nuestra gata Sarita entre el sol y la sombra, sobre todo
porque hoy ya no llovía, pero sin adarme de lirismo.
Pensaba comprarme alguna guía de California, con Nevada y
Arizona si hay, o del Far West, y se me ha olvidado porque se me ha hecho tarde, y yo antepongo algunos
goces al mercantilismo transaccional, por crear un pleonasmo y dar un poco
colorido a la divagación. Cada vez soporto menos la comunicación convencional,
cuando se presta tan bien a poder minarla cada dos o tres pasos que des. Aunque
una guía de estas características es un anticipo de los goces por venir, exenta
de toda contaminación comercial. Estoy, estamos realmente ilusionados con el
viaje de los 5.000 kilómetros que nos esperan. Son medidas de epopeya. Al
final, viejos como nosotros (our own style), somos los que lo hacemos.
Tengo que ir a Bilbao, e iré. No sé si acompañado o no, ni
cuándo. El 2 de marzo tengo presentación. Tampoco sé cuándo será la de Las
Palmas. A primeros de marzo me han invitado a un cumpleaños en Cádiz. En los
últimos tiempos he descubierto una nueva afición, ahora que escasean (mejor
dicho escaseaban) que es la de recorrer
toda la península de mar a mar en tren. No creo que pueda con las fechas pero
me gustaría, en cualquier caso iré a Cádiz muy pronto, antes del viaje USA.
Tendré que hablar del Sáhara y preparármelo un poco –confío
que acudan los amigos de los saharauis argelinos, no los tadyakent, a pedirme
autógrafos y acariciarme la espalda como una amante impaciente y ansiosa. Esta
vez tienen más motivos que nunca para venir con sus bates de beisbol.
En realidad estoy absolutamente enganchado al autor sobre el
que estoy escribiendo. Le he encontrado su contrapunto en el más célebre
movimiento estético y literario de Canarias. A través de él, haré una relectura
de toda aquella época y gente. Establezco una dialéctica con la que no contaba
y me sitúo en el territorio que me interesa. A ver si aparezco en
Berkeley. Si el del El ensayo apareció en Stanford, podría volverme a ocurrir. Me gustaría que pudiera poner en el libro: se acabó de escribir en el
desierto de Arizona.
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