Mi situación al de 10 minutos de dejar mis cosas en el hostal
pudo variar mucho; fui a la parte alta de la ciudad de donde se ve todo el golfo de Castillejos, seguí carretera
arriba hasta que reconocí el barrio donde me dijeron se ruedan algunas localizaciones
de la serie El Príncipe, pero que no es el famoso Príncipe. Dentro se alza un minarete y se ve la parte alta de
la mezquita. Me metí por una calle de coches aparcados pero en la que no se veía
un alma y que era claramente muslim y me desvié por unas escaleras y barandilla en el medio, las
perpendiculares eran callejuelas muy angostas y se veía algunos arcos y
absolutamente a nadie a pesar de que fueran
las 6 de la tarde. Alcanzo la mezquita, pone comunidad islámica y un nombre en
árabe. Me doy la vuelta para regresar, y veo a un joven que me está esperando
en la esquina de una callejuela, porque no está haciendo nada y disimula muy
poco. Veo peligro, porque no estaba un momento antes y porque se sigue sin ver
un alma. Aquí ha de pasar algo, que no parece me vaya a favorecer. La cosa se
complica cuando veo subir corriendo a otro más joven hacia mí. Algo me van hacer.
Ellos ni se dicen nada. Sigo bajando hacia ellos, sin saber que voy hacer cuando
ellos actúen.
Me ha contado la gente que ha tenido un accidente que como
en su experiencia en ese momento uno toma conciencia de que es él al que le está pasando. El que sube corriendo hace un
movimiento raro y me dice hola, yo contesto con otro hola. De reojo me parece
que ahora los dos están hablando. Al final de la calle hay una chica, que tampoco
estaba un momento antes, sentada en el último peldaño, inmediatamente pienso
que está
vigilando la calle de coches, pero que no es nada transitada. Cojo el
móvil y hago que llamo, miro de reojo si
me siguen, ya estoy en la calle de coches. Justo en ese momento la megafonía
del almuédano transmite los rezos del
muecín. No entiendo porque no me han atracado, que les ha hecho desistir en el
último momento. En el momento de peligro de coincidencia de los tres, ni he
pensado en el atraco, sino en que algo me iban hacer.
Ha sido todo muy rápido, una encerrona, me he sentido totalmente vulnerable, no
había comido nada, además y en ningún momento he pensado que iba hacer yo, tampoco ellos sabían por cómo se han
quedado sin la pieza. Por cierto, llevaba dinero. Si resulta claro que se han
dado cuenta que yo había percibido el peligro. Lo estuve a todo dar vueltas, a porqué no habían actuado y la conclusión que es que han dudado
de quien podía ser y sobre todo que han
dudado demasiado, quizá la sorpresa y no han sabido resolver. Creo que se dieran cuenta de que había captado el peligro y el que siguiera adelante influyó.
No tenían ninguna actitud de quererme ofrecer droga, ni nada
como me aventuró Rosana ayer.
Ceuta por lo demás encantadora. Me tomo un jugo de naranja
que parece una mariconada, necesito vitaminas, la noche anterior Serena y yo
en el porche de su casa dimos cuenta de dos botellas de vino magnífico. Los
pájaros me habían despertado muy temprano, siempre el mismo jolgorio matutino
en el árbol.
Ceuta tiene unos edificios singulares y señoriales, de diferentes estilos. Se
evidencia el crimen urbanístico que cometieron en el centro, las grandes y bellas
edificaciones dicen mucho de la ciudad, que tuvo una burguesía mercantil,
comercial importante, también muy altos funcionarios civiles y militares e intermedios con sus pluses de residencia y
ventajas, más profesionales, pequeños comerciantes, ultramarinos, estibadores.
El fuerte militar es una verdadera joya y ver como por el
foso atraviesan embarcaciones, es como una
película.
Hay tías muy buenas tanto
jovencitas como madres recientes. En cuatro ocasiones tuve que volverme
dada la espectacularidad y dado que si se pierde el deseo estás muerto, hay que
ser viejo verde; ya lo dijo Jaroslav Seifert que fue premio nobel de literatura,
que lo hacía, claro.
Deben saber las feministas
que nada induce a pensar que la hijab o pañuelo sea algo coactivo y humillante, sino como dicen
quienes lo justifican, sí parece signo de dignidad y autoestima, me cruce
con chicas, muy monas muchas y nada
hacía pensar que se sintieran marcadas y obligadas. Algunas me miran con
normalidad porque yo las miro, no bajan la mirada al suelo, por ejemplo. Y en
el tranbordador una que se dio cuenta que la estuve mirando cuando se levantó
me miró para constatar claramente mi grado de afección.
Se habla mucho árabe y también entre los jóvenes y eso que
son bilingües. Habibi llevaba a una adolescente sobre el hombro de él, cabeza
de ella colgando detrás, piernas delante, como en el Rapto de las Sabinas. Jugaban al dominio/ entrega. “Me haces daño
(con una cara de sufrir mucho….y no tener
noción ninguna de coqueteo) en el estómago”,…. pero síguemelo haciendo. Nadie les dijo nada.
Estoy escribiendo en la cama del hostal porque no hay ni una
mesa, oigo hablar árabe a los operarios que ya andan a martillazos.
Jamás hubiera pensado que entrara en el Casino Militar de Ceuta
(mis mayores enemigos de clase).Pregunté si podía entrar y me dijeron que no se
permite con bermudas, llevaba pantalones cortos, pues estos casi lo son. No,
usted va muy bien vestido. Me tomé un vino blanco, un Rueda.
Ceuta es totalmente multicultural y sin nada que permita detectar la dominación o hegemonía por
motivos raciales, sociales o
lingüísticos, todos están mezclados y no se ve ni un barrio exclusivo. En todos
los bares se veían a nuestros compatriotas musulmanes. La hyhab es opcional,
derecho individual, y maldita Ceuta si alguna vez desapareciera. Conviven
adolescentes casi desnudas con árabes vestidas de pies a cabeza o con chicas
musulmanas haciendo lo que ellas por sí
mismas deciden ser o actuar, y son europeas. Verlas mezcladas es una
maravilla, que no lo sería si todas fueran de una forma u otra vestida.
Me he fijado en dos cosas que no había pensado: que el Hyhab
no es signo de coacción, humillación, opresión y que la comunidad islámica es
muy tolerante a la hora de permitir la elección personal de sus mujeres, y muy
respetuosa con la forma cristina europea de vestir, vivir o meterse mano.
Los gente de Ceuta da la impresión que se dedican tanto a la playa (el signo rotundo de la cristiandad es la playa),
en un límite unas señoras se bañaban vestidas) como al sexo, Son guapas, sensuales,
playeras y la piel se material acariciable.
Jamás he visto más
tocarse, más acariciarse, volverse a tocar que a los ceutíes, ellos, ellas ,.
Hombre con mujer otra, viejos y jóvenes, parientes, amigos, hijos de amigos es algo espectacular
lo más llamativo y en Ceuta todo es mezcla, melting pot. Hay hasta pijos con cinturón
con la bandera española. Y el que yo identifiqué como el más pijo de todos -se
pasean como cadetes por una suerte de calle mayor- resultó ser el marido de
Trinidad Jiménez –la zapatera de exteriores. En ella ni me fijé, solo cuando
entre en el treintavo bar a ver si cenaba algo. La Trinidad al que es su marido actual, lo había vestido
de pantalón blanco, naúticas azules claras camisas azul clara, y la vuelta de
la camisa blanco de anuncio, como un auténtico brazo de mar, parecía almirante, hijo de gobernador civil ,
nieto de general de división y por lo que leí era su guardaespaldas