domingo, mayo 10, 2015

Mi definitiva reconciliación


En mi caso el antagonismo entre  inclinaciones e intereses, siempre se ha decantado por las primeras, aunque alguna vez hayan podido coincidir, pero las menos. Viene  a cuento porque sin pretenderlo llevo meses  o un año, leyendo cosas de la antigua Unión Soviética o la vieja Rusia sin que exista  la más mínima  razón consciente o volitiva para ello.
De los tres libros que me traje de Bilbao, quitando a Houllebecq, uno era Diarios de la Revolución del 17 de la poeta Marina Tsvitáieva, en realidad lo llevé de aquí y el otro sobre los dictadores Stalin y Hitler.  Dictadores. La Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin.
Este último libro lo vi en una librería de Getxo y el precio me asustó, ¡que se podía decir a estas alturas  de Stalin y Hitler! Acabé comprándolo y leyéndolo, porque puede pasar lo primero sin  lo segundo. Tiene fácil 800 páginas y tengo superadas  las 200 primeras.
Es de un británico, por tanto la objetividad, el rigor, la forma precisa y analítica están  aseguradas, no hay rastro de efluvios perturbadores de emotividad y pasión, de arbitrariedad. Anglosajones.
Me he encontrado con algunas sorpresas, por ejemplo el  aval que supuso para el nazismo el concepto de “líder carismático” de Max Weber. De hombre excepcional salido del pueblo directamente. El otro es el sicoanalista suizo Carl Gustav Jung (padre del concepto de inconsciente colectivo y arquetipo) que según su autobiografía, su vida solo fue relevante cara su interior y nada ante  los hechos exteriores de la realidad. Pero en 1934, cuando el dominio  de los nazis era total,  también comenzó a encomiar con un libro a los dirigentes providenciales surgidos del pueblo. Algo de eso ya había leído.

conclusión
En del País Vasco por fin me encuentro a gusto, se ha disipado mi hostilidad, resentimiento y reproche. Creía que como muy politizado crítico  estaba al margen de las vicisitudes políticas factuales, de la inmediatez y realidad de los hechos. Hube de reconocer hace años que el fin del terrorismo a mí también me había afectado. La realidad se impone a los análisis éticos. Me creía inmune a esos efectos, por encima de ellos. Cosa distinta es que se ha de condenar a ETA y el comportamiento de la sociedad vasca en su conjunto, salvo los muy pocos que se pusieron frente al terror totalitario y criminal

hechos observados
Hace años se podía oía hablar algo de  euskera en el metro de la margen derecha del Nervión y en Bilbao. En 8 días no hemos oído ni una palabra. Pamplona incluida. Pero sí en el aeropuerto de Bilbao (mayores, no identifiqué el euskera, no era Batua o unificado) y en Los Rodeos pareja joven modalidad- hippies- progenitores-compulsivos. Fundamentalistas de la natalidad: Jerusalén, Utah, Pensilvania,  Medio oeste…
Lo que más me sorprende  -he ido mucho a Bilbao en los últimos tiempos- es la total y absoluta erradicación de los abertzales. Deben estar todos en Cataluña, de asesores, porque han desaparecido. Los jóvenes hinchas del Athletic Club de Bilbao que suben al metro con sus camisetas,  no son los camisas pardas de pelos inverosímiles,  argollas, petulancia, desafío,  propietarios de los espacios   públicos, de antes. Saben euskera pero solo hablan español. Parecen cándidos, inofensivos, sociables y afables como son.  Todo ese mundo visible  de  tribus urbanas, que ostentaban la hegemonía  de discurso, presencia  y actitudes, todo eso ha desaparecido. Es lo más significativo de Bilbao y la imposibilidad con el euskera, la ingeniería  social no existe a largo plazo. El poder, las ensoñaciones colectivas no son dinámicas de realidad, la espontaneidad, naturalidad, las formas, inclinaciones se sustraen a los programas políticas, por desgaste, aburrimiento, mero declive, agotamiento de prestigio.

interiorización
Muerta mi madre, tengo un recuerdo carnal y hondo de ella, fue cuando toqué sus manos cruzadas y frías, acaricié su cara  y la besé antes de darle sepultura. Será el recuerdo más vívido y entrañable de ella que conserve, la despedida. También veo su retrato de Párraga y fotos, que antes ni miraba. Mi padre, muerto hace muchos años, también ha comparecido. Yendo a casa me veo como si tuviera un mismo porte o estilo –el estilo es el hombre: Lacan-.  Estoy más cerca de los deseos de mi padre, de cómo era él. Unos padres embebidos del ethos local, y yo siempre en guerra con todos los ethos. Pienso que de forma póstuma he interiorizado las figuras parentales: nunca me he sentido más hijo. Están totalmente dentro de mí.


1 comentario:

NAL dijo...

Es que la paternidad es eso: un regate a la muerte como el de Messi a Boateng