En mi caso el antagonismo entre inclinaciones e intereses, siempre se ha
decantado por las primeras, aunque alguna vez hayan podido coincidir, pero las
menos. Viene a cuento porque sin
pretenderlo llevo meses o un año,
leyendo cosas de la antigua Unión Soviética o la vieja Rusia sin que exista la más mínima razón consciente o volitiva para ello.
De los tres libros que me traje de Bilbao, quitando a Houllebecq,
uno era Diarios de la Revolución del 17
de la poeta Marina Tsvitáieva, en realidad lo llevé de aquí y el otro sobre los
dictadores Stalin y Hitler. Dictadores. La Alemania de Hitler y la Unión
Soviética de Stalin.
Este último libro lo vi en una librería de Getxo y el precio
me asustó, ¡que se podía decir a estas alturas
de Stalin y Hitler! Acabé comprándolo y leyéndolo, porque puede pasar lo
primero sin lo segundo. Tiene fácil 800
páginas y tengo superadas las 200
primeras.
Es de un británico, por tanto la objetividad, el rigor, la
forma precisa y analítica están
aseguradas, no hay rastro de efluvios perturbadores de emotividad y
pasión, de arbitrariedad. Anglosajones.
Me he encontrado con algunas sorpresas, por ejemplo el aval que supuso para el nazismo el concepto
de “líder carismático” de Max Weber. De hombre excepcional salido del pueblo
directamente. El otro es el sicoanalista suizo Carl Gustav Jung (padre del
concepto de inconsciente colectivo y arquetipo) que según su autobiografía, su
vida solo fue relevante cara su interior y nada ante los hechos exteriores de la realidad. Pero en
1934, cuando el dominio de los nazis era
total, también comenzó a encomiar con un
libro a los dirigentes providenciales surgidos del pueblo. Algo de eso ya había
leído.
conclusión
En del País Vasco por fin me encuentro a gusto, se ha
disipado mi hostilidad, resentimiento y reproche. Creía que como muy politizado
crítico estaba al margen de las vicisitudes
políticas factuales, de la inmediatez y realidad de los hechos. Hube de reconocer
hace años que el fin del terrorismo a mí también me había afectado. La realidad
se impone a los análisis éticos. Me creía inmune a esos efectos, por encima de
ellos. Cosa distinta es que se ha de condenar a ETA y el comportamiento de la
sociedad vasca en su conjunto, salvo los muy pocos que se pusieron frente al
terror totalitario y criminal
hechos observados
Hace años se podía oía hablar algo de euskera en el metro de la margen derecha del
Nervión y en Bilbao. En 8 días no hemos oído ni una palabra. Pamplona incluida.
Pero sí en el aeropuerto de Bilbao (mayores, no identifiqué el euskera, no era
Batua o unificado) y en Los Rodeos pareja joven modalidad- hippies- progenitores-compulsivos.
Fundamentalistas de la natalidad: Jerusalén, Utah, Pensilvania, Medio oeste…
Lo que más me sorprende
-he ido mucho a Bilbao en los últimos tiempos- es la total y absoluta
erradicación de los abertzales. Deben estar todos en Cataluña, de asesores,
porque han desaparecido. Los jóvenes hinchas del Athletic Club de Bilbao que
suben al metro con sus camisetas, no son
los camisas pardas de pelos inverosímiles, argollas, petulancia, desafío, propietarios de los espacios públicos, de antes. Saben euskera pero solo
hablan español. Parecen cándidos, inofensivos, sociables y afables como son. Todo ese mundo visible de
tribus urbanas, que ostentaban la hegemonía de discurso, presencia y actitudes, todo eso ha desaparecido. Es lo
más significativo de Bilbao y la imposibilidad con el euskera, la ingeniería social no existe a largo plazo. El poder, las
ensoñaciones colectivas no son dinámicas de realidad, la espontaneidad,
naturalidad, las formas, inclinaciones se sustraen a los programas políticas,
por desgaste, aburrimiento, mero declive, agotamiento de prestigio.
interiorización
Muerta mi madre, tengo un recuerdo carnal y hondo de ella,
fue cuando toqué sus manos cruzadas y frías, acaricié su cara y la besé antes de darle sepultura. Será el
recuerdo más vívido y entrañable de ella que conserve, la despedida. También
veo su retrato de Párraga y fotos, que antes ni miraba. Mi padre, muerto hace
muchos años, también ha comparecido. Yendo a casa me veo como si tuviera un
mismo porte o estilo –el estilo es el hombre: Lacan-. Estoy más cerca de los deseos de mi padre, de
cómo era él. Unos padres embebidos del ethos local, y yo siempre en guerra con
todos los ethos. Pienso que de forma póstuma he interiorizado las figuras
parentales: nunca me he sentido más hijo. Están totalmente dentro de mí.
1 comentario:
Es que la paternidad es eso: un regate a la muerte como el de Messi a Boateng
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