Teníamos que haber estado allí, esta semana me arrepentí,
aunque por otro lado me vino muy bien
quedarme.
Hoy domingo es la graduación en Filadelfia y ayer llegaron
de Washington mis hijos (S. el viernes de Sierra Leona) y Borja, amigo de E del
colegio mayor, piso y presentador del sangeet de su boda, que está por trabajo en EE.UU. y coincidió con E hace
unos meses en Bogotá. No se dejó atracar de madrugada, iba solo y borracho por esa ciudad incierta, aunque recibiera
una buena tunda. A este no lo podemos llevar al operativo del puerto de
Baltimore, porque igual se tuercen las cosas y cometemos una carnicería.
La foto es de ayer en Filadelfia E, Borja, Espy, Fer y Rosita,
en los previos a la graduación de Espy en la Universidad de Pensilvania, una de las 8 de la
IVY League (la elite).
Espero que lo que tenga
en la mano Fer no sea droga, y que haya mirado la legislación del Estado
de Pensilvania. Ya me explicó que en
California con receta médica (desánimo, un trauma infantil impreciso, un abuelo
alcohólico, fobia al puritanismo y la restricción…) puedes meterte lo que quieras, pero cómo no
lo tengas vas a chirona.
Nuestra Espy ha hecho un master y si saca buenas notas se queda en la
universidad de Pensilvania en 2º de derecho americano. Son 3 para ser abogada
USA. Ella lista y rápida se colegió de abogada en el de Tenerife.
Este verano va ir a hacer prácticas con un juez a la Corte
de Filadelfia, y ya se ha hecho amiga de los policías de la puerta, no los de
asuntos internos u homicidios. Es imposible no transmitir un poco de herencia a
los hijos.
E, ya nos ha informado que toda vez Espy interviene en el acto solemne de
graduación, y dicurseará durante tres minutos, ha decidido aplicarse un
chupito. Mientras su padre no le pase droga… Qué
pena más grande no estar en el acto de Filadelfia con nuestra Esperancita y
cortejo. Hubiéramos sido ya en el acto posterior del refrigerio de los más
simpáticos de todos, bastante más que
academicistas.
Quien está discurseando es Espy
Hasta que ayer no se levantó XY y me dijo muy divertida que
cómo la gente era capaz de dar la mano no a un relaciones públicas de verdad sino a un borracho, no me acordé del sucedido. El líder
había echado dos horas de siesta y “se había levantado mal”. Pobre chico. El “síndrome Cádiz” nuevamente en boga, por el que los quebrantos y amenazas a la salud proceden sorprendentemente
de paliativos, cuidados, tisanitas, moderación, recato, “toda prudencia es poca”…
el caso que pedimos dos botellines de vino para tres, que sobró. Yo en casa,
que estaba Juliane, ya me había pimplado cervezas y vino, retomé la cerveza
para volver a pasar al vino. Luego un chupóptero, gin tonic y en el
Cinemáscopas cervezas. Salí como el Marqués sale siempre: trastabillando.
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