La autoinmolación es la reversión del hartazgo, el desprecio
y el odio contra uno. El odio como fantasma ni siquiera está personalizado ni
motivado. Subyace como un lado o poso oscuro en los sótanos del alma. Son
fantasmas que alguien o algo eventualmente encarnan y estimulan. No es contra las
personas contra los que van dirigido o sólo circunstancialmente, antes de
desviarse contra uno mismo. Instituciones, relaciones, funciones, figuras,
situaciones son las que activan esa inclinación tan agónica. Yo la tengo. No
hay fantasmas contra el señor X sino contra figuras y sujeción a relaciones.
Una autoinmolación para que tenga cierto valor testimonial
ha de ser muy trágica. Poe ejemplo lo que hacían los bonzos budistas: quemarse
vivos, cuando el budismo fue perseguido en los años 60 del siglo pasado en Vietnam del Sur, en
favor del catolicismo de ascendiente
colonial francés. Valor testimonial sí lo tenían, porque soy capaz de
acordarme y ejemplificar. Para mi
hermano: que todo lo no intelectual o concerniente a las personas lo entiende
siempre al revés. Aunque él y yo lo haríamos por Israel, de forma literal. He
estado hablando en todo momento en sentido figurado, de equivalentes menores de autoinmolación, pero que tendrían el mismo significado, y que esos fantasmas ponen en funcionamiento en el imaginario.
Lo que me está entusiasmando es el último libro de Zygmunt Bauman, “Ética posmoderna”
Decía Andrés hace
un par de meses en nuestra tertulia Mácaros que moral y ética eran lo mismo: mores
latín, ethos griego. Y no lo es en absoluto. Discerní sobre ello en mi libro Abogados laboralistas y pos-sindicalismo,
que es mi libro que más repercusión (no intelectual) ha tenido, escasa evidentemente,
pero más que paradójico, la vida manda. Lo que decía de moral y ética estaba bien
dicho. Me interesó el tema, ya que en el
fondo soy un moralista, en el buen sentido: Alguien que siempre ha estado instalado en el "ser" de
cada momento, sin embargo propende al
reconocimiento del "deber ser".
Fue por otra experiencia extrema en mi ámbito. Más o menos
decía que la deontología podía ser el medio idóneo para saltarse la moral, como
pasó con un imbécil, -y amigo de uno aún
más, esos sí que son de la casta, pero con la masa, yo procuro hacer
todo lo contrario que ellos hacen- al que le sigo mirando burlón y provocador
(13 años después) y va y me saluda el
otro día.
Como anticipo del
libro. Ética es código, costumbre, tradición viva (Gianni Vattimo), comunidad, legislación incluso, en cuanto código, y moral
es el juicio moral, la decisión moral, individual que brota de uno, a la que
somete su acción.
A mí por ejemplo me encanta cuando la moral se rebela contra
la ética. El libro de Bauman del que llevo muy pocas páginas es jugosísimo. La
idea de moralidad actual es muy original y convincente, tiene un parentesco con
Habermas, que no es nada posmoderno, por el consenso y el diálogo.
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