miércoles, mayo 27, 2015

Autoinmolación, ética y moral

La autoinmolación es la reversión del hartazgo, el desprecio y el odio contra uno. El odio como fantasma ni siquiera está personalizado ni motivado. Subyace como un lado o poso oscuro en los sótanos del alma. Son fantasmas que alguien o algo  eventualmente encarnan y estimulan. No es contra las personas contra los que van dirigido o sólo circunstancialmente, antes de desviarse contra uno mismo. Instituciones, relaciones, funciones, figuras, situaciones son las que activan esa inclinación tan agónica. Yo la tengo. No hay fantasmas contra el señor X sino contra figuras y sujeción a relaciones.
Una autoinmolación para que tenga cierto valor testimonial ha de ser muy trágica. Poe ejemplo lo que hacían los bonzos budistas: quemarse vivos, cuando el budismo fue perseguido en los años 60 del siglo pasado en Vietnam del Sur, en favor del catolicismo de ascendiente  colonial francés. Valor testimonial sí lo tenían, porque soy capaz de acordarme y ejemplificar.  Para mi hermano: que todo lo no intelectual o concerniente a las personas lo entiende siempre al revés. Aunque él y yo lo haríamos por Israel, de forma literal. He estado hablando en todo momento en sentido figurado, de equivalentes menores de  autoinmolación, pero  que tendrían el mismo significado, y  que esos fantasmas  ponen en funcionamiento en el imaginario.
Lo que me está entusiasmando es el último  libro de Zygmunt Bauman, “Ética posmoderna”
Decía Andrés     hace un par de meses en nuestra tertulia Mácaros que moral y ética eran lo mismo: mores latín, ethos griego. Y no lo es en absoluto. Discerní sobre ello en mi libro Abogados laboralistas y pos-sindicalismo, que es mi libro que más repercusión (no intelectual) ha tenido, escasa evidentemente, pero más que paradójico, la vida manda. Lo que decía de moral y ética estaba bien dicho. Me interesó el  tema, ya que en el fondo soy un moralista, en el buen sentido: Alguien   que siempre ha estado instalado en el "ser" de cada momento, sin embargo propende al  reconocimiento del "deber ser".
Fue por otra experiencia extrema en mi ámbito. Más o menos decía que la deontología podía ser el medio idóneo para saltarse la moral, como pasó con un imbécil, -y amigo de uno  aún más, esos sí que son de la casta, pero con la masa, yo procuro hacer todo lo contrario que ellos hacen- al que le sigo mirando burlón y provocador (13 años después) y va y me  saluda el otro día.
Como anticipo del libro. Ética es código, costumbre, tradición viva (Gianni Vattimo), comunidad,  legislación incluso, en cuanto código, y moral es el juicio moral, la decisión moral, individual que brota de uno, a la que somete su acción.
A mí por ejemplo me encanta cuando la moral se rebela contra la ética. El libro de Bauman del que llevo muy pocas páginas es jugosísimo. La idea de moralidad actual es muy original y convincente, tiene un parentesco con Habermas, que no es nada posmoderno, por el consenso y el diálogo.



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