miércoles, diciembre 17, 2014

Crónica urgente e inacabada de Bilbao


En el aeropuerto el jueves me espera MH. "Vamos a casa a dejar tus cosas, que a la noche hemos quedado con A en Bilbao".
-No será mejor, como otras veces, irnos a tomar una caña a Ereaga. Vamos al bar de los pijos de toda la vida- le digo. No hay muchos. Ninguna cara conocida, salvo una camarera que se pone hablar con MH en vascuence todo el rato. 

Vamos al Igeretxe, también en la playa. Estamos tomando Paulaner, y congeniamos con una pareja de al lado por las cervezas. Son muy simpáticos. Seguro que estos  son de la margen izquierda, dice MH. Creo que sí. Desde joven no había hecho tanta sociología como estos días.
Hemos quedado en la actual zona cool de Bilbao, bares de diseño, antiguos reformados, galerías de arte y comenzamos por el Tate (el alemán, biznietos del alemán). En el siguiente está el presidente del grupo Vocento (ABC, el Correo de Bilbao…). Le recuerdo del colegio, ellas me informan de toda la parentela. Típico bilbaíno con sus amigos. En la zona cool ves a individuos que aborrecen las cuadrillas, muy modernos vistiendo y con pinta de muy ilustrados, como arquitectos, ingenieros-lingüistas, psicoanalistas… que ya había, pero que llaman la atención.

El viernes librería y Guggemheim. No hay gente, hasta que llegan los colegios. Tienen  los fondos propios del museo y parte del de NYC. Ves los originales de los libros del arte: muchos kandinskys, Franz Marc, un desnudo de Modigliani que hemos visto todos, Pollock, Dubuffet, la famosa torre eifel tambaleante de Delaunay, un Rauschenberg gigante que conocía, Kline, Motherwell. Vuelvo a ver un Miró  como La Masía (cuadro inolvidable que también lo vi en el guggenheimn), también figurativo de su primera época pero ya con el léxico simbólico que le llevaría  a la abstracción, me fascina su luz y sus cenefas abstractas, es un cuadro de tránsito.
Sol le Witt (postpictoricismo abstracto) tiene pintada toda una sala irregular que pinto para esa sala precisamente. Colores planos, vibrantes y puros, líneas rectas o curvas.

Está  en mi capilla sixtina, la dedicada a mi pintor preferido, el alemán Anselm Kiefer (de los ex jóvenes salvajes alemanes), sus cuadros gigantes, matéricos con elementos de desechos tridimensionales (mejor que Miquel Barceló). No está Julian Schnabel, pero sí Joseph Beuys.  
  Veo una de las ciudades en otra sala de la serie ciudades del escultor  Miquel Navarro, inolvidables las proporciones, sus zonas, rascacielos y edificios desafiantes. Voy a la Granja y me tomo dos cañas. Un bilbaíno joven muy trajeado pide un ronda y para él una caña; bueno caña no, cañón, que es en lo que ando yo también metido.

Al Iruña, menú del día: patatas a la riojana, lomo con una salsa que recuerda una de las de mi madre y cuajada. Como como si estuviera en Bilbao. Chupóptero de hierbas. 18 €
Mi medicación aguanta todo.

Entro en la habitación de mi madre. Me has despertado, me dice. Pero si he venido de Tenerife. Es un esqueleto, pero ayer  me soltó una maldad delante de Josetxu, el que va  a hacerle compañía todos los días y que parece su hijo. Le besa la frente al llegar, le quita las legañas, Karmele te voy a traer un poco de agua fría, y así. Ayer cuando llegué estaba totalmente destapada, parecía de  Auschwitz, y la tapé.
Sigue durmiendo que voy a ver el pueblo, le consuelo. Había cantidad de surferos, al día siguiente campeonato. El día no podía ser más desapacible, el cielo estaba mineralizado (plomo, tugsteno, cinabrio, cobre...) como el mar, apenas había luz y muy mala mar, toda la desembocadura era espuma.

Volví a ver a mi madre. El pueblo  -donde fuimos tan felices generaciones- está que da miedo, le digo. ¿A quién has visto? A nadie interesante, casi no he visto personas. Lo que si había era mucho fotógrafo con teleobjetivos de media milla náutica. Mi sobrino me enseñaría unas que le han sacado desde el agua.  
Hemos que dado en Las Arenas con los T, J y C. Pasamos un rato muy agradable.
Sigo sin internet. Resulta que MH, que vive arriba no le funciona y yo estoy conectado a ella, pero no sabemos aún que no hay conexión.
Sábado, más Mundaka. Siempre. Voy a Gernika. Preguntó por el autobús a Mundaka. ¿Nos conocemos, José Mari? Sí, Jon,  cuánto tiempo. Hablamos Jon y yo. Quedó con MH en el Batzoki del pueblo anterior para comer. Allí están todos los veraneantes de nuestra época, con los que se compartían playa, ría, fiestas, pandillas de chicas. Nos saludamos, paella y begiandis (chipirones grandes, fantásticos).Como no estamos en horario de entrada nos vamos a Bermeo, donde tanto nos movíamos de jóvenes. En un bar, un camarero canario, como en el Iruña, pero antes hemos confraternizado con un chico de una tienda de efectos náuticos.
Mi madre tiene llagas, pero no tiene carne y no es posible la encarnadura, pero solo quiere comer.  
El domingo nos reunimos todos, sobrinos e hijos y biznietos. Mi madre está alegre y a mí me entran ataques de risa. De qué te ríes como un idiota insustancial. No pierde mucho la cabeza.
Antes paramos donde siempre lo hacíamos cuando íbamos de vacaciones en un barrio muy idílico en el campo, pero la niebla engulle ahora  los pinares. Vemos al surfero  vasco Azero competir, coge la mejor ola, hay cantidad de motos de agua. Que nunca las había visto en vivo. Saludo a los del pueblo.

El lunes voy al museo de Bellas Artes de Bilbao, la temporal es sobre el hiperrealismo americano. 5 minutos. En las 7 calles, camino de Mundaka,  me encuentro con MH y una vecina de niños. Hablamos de nuestra prehistoria. En un bar del casco viejo me encuentro con dos amigos, me ponen al corriente... Más y más Mundaka.

El martes mi sobrino mayor me invitó a comer por Indautxu, plato del día 20 euros. Unos guisantes de verdad, verdes, pequeños, tiernísimos con jamón, albóndigas con otra salsa majestuosa, mi sobrino me da un trozo de merluza para que pruebe, no hay palabras, luego cuajadas caseras con irisaciones de mermelada.

Buscamso a su B que sale de trabajar y vamos a la ikastola grande de Gernika a por los niños. Padres y niños solo hablan euskera no se oye una palabra en español. Sigo a Mundaka- a la noche el tren muy moderno va vacío como siempre. 5ó 6 convoyes articulados, modernísimo, pero sin  gente, trenes cada media hora. Su absoluta falta de rentabilidad no es  excusa para su cierre. Conecta con el metro antes de Bilbao. Pero yo sigo a Bilbao.

La sociología ha cambiado, definitivamente estamos en otra era. No se ven a los “borrokas” ni siquiera por Somera, tampoco todo aquel izquierdismo resentido y revolucionario de Rekaldeberri o Santutxu que bajaban al casco. Ni a los pequeños burgueses ídem.

Por fin mi época está enterrada. Ahora lo he descubierto. Bilbao ahora es moderno, abierto, emprendedor, universal. A decir verdad muchas veces mi triunfo ha sido fracasar, vaya que sí, y he buscado  las derrotas, no era muy constructivo, pero no haber ganado ninguna batalla político ideológica es lo que me llena de total satisfacción.

El lunes quedamos con nuestro primo Josu. Se ha preocupado mucho por mi madre. ¿Sigue con corbata, trinchera y paraguas como durante toda su veintena? No ahora viste  del PSOE. Y  es verdad. Su guasap es San Ignacio de Loyola. Los Zamalloa todos santos, los que lo tienen de segundo tiraban más al ultraje o la herejía. Aunque al final estamos así  de comunes.  Bilbao en el fondo nos crió como si todos fuéramos Zamalloas.  Al menso a ratos 

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buena crónica.

Que disfrute de Bilbo y la familia.
Salu2, EDH.