La ola de 7 metros de Pipeline
La noche de Hallowen, los padres de tres americanos fuimos con
mi hermano a la calle de la Noria, en realidad
coincidimos con Hallowen.
Pendencié un poco con un tipo de un bar cercano a la iglesia,
que se caracteriza por algunos lances de
incorrección con mi hermano, por lo que me comporté como si colgara de mi cinto un
colt 45 y así se lo hice ver. Luego fuimos a nuestro bar, muy cerca del
escenario, donde un grupo tocaba
canciones de Maná. Si me permiten: era maná.
Eternos, XY y yo bailábamos
–seguíamos felices el ritmo- en nuestros sillas, yo ni me levanté,
y los del bar nos volvieron a invitar a otra copa.
Hablé con Fer de cosas muy interesantes, entre otras de
surf. De la mega ola (30 m) que habíamos visto coger por televisión frente a Faro en Portugal,
de la Pipeline de Hawai (7 m), y del mundo del surf.
De adolescente y en la primera juventud era bueno nadando y remando. En lo único. Saqué a varios de la corriente de la ría de la costa vasca (que
llegando a bajamar hasta se forman remolinos de la fuerza que trae) y una vez a
un ahogado: nos tiramos muchos pero yo fui el único que no se rajó y llegó, y
lo trajo (muerto). Cuando más espectadores he tenido (más que con mi hermano en nuestros
espectáculos), fue en dos ocasiones que cruzamos la barra remando con mar
endemoniado, antes de que llegaran los surfistas australianos y cuando era tabú la barra,
teniendo al público en trance emocional de posible e inminente tragedia presencial. Como me sabía bueno
–había que saber remar y conocer muy bien aquel mar- no tenía duda de que pasaríamos, y que si volcábamos saldríamos.
Nunca pasó nada.
Con estos honrosos antecedentes, fui una vez con Fer a hacer
surf, no había hecho nunca y me hallaba mediada la treintena, pero pensando que igual me levantaba. Llevaba años sin nadar
y de forma insólita me daba miedo adentrarme mucho donde cubría. No solo no puse
la rodilla sobre la tabla, sino que a punto estuve de abandonar la tabla para poder
salir (si salía), ¡yo que había sido capaz (no era el único, pero casi) de
superar a la contra los puntos de máxima
corriente de la ría, tanto nadando como remando…! Un poder que se eclipsó por
entero, y muy poco faltó para que
ocurriera de la forma más humillante de las posibles. Bueno, creo que
fue así.
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