Nuestro grupo de lecturas y debate -nuestra tertulia-, deja provisionalmente el Casino para celebrar
el encuentro del sábado en el Oliver. Haremos cumbre social. Y el Huntington
más añejo aún sin leer.
El viernes estuvimos con nuestro amigo (y otros) del New
York Times en Los reunidos, el lunes con la nueva incorporación fija de Jesús,
más el Dudoso Muslim, y el experto
internacional, también; y ayer miércoles
quedé con XY que no tenía coche en LR. Tres días alternos reunidos en Los
Reunidos.
Ayer por fin tuvimos un verdadero encuentro de bar-noche- barra-día de labor con un
personaje bon vivant, algo playboy, de rancio abolengo local y por tanto pijo (lo que para mí es un valor), muy simpático
y educado (como son) y un tanto descarriado (e interesante). Y compañero de
profesión. ¿Se puede pedir más?
Nos contó magnificas historias de una zona de la isla y cosas
relativas a una suma de placeres.
Por la mañana permanezco en los juzgados hasta las tres, le
digo a Ángeles: tu fiesta del viernes va a ser una subCayetanada, y dejo caer alguna otra observación incisiva, más tarde en
la espera le pregunto a Laurie si le ha
invitado Ángeles, que no, pues ha
invitado a todo el mundo, y se mosquea un poco, ¿jueces también? Pues sí, a
todos, hasta sus enemigos, pues no lo
entiendo… si yo siempre me he llevado muy bien con ella, no te preocupes que
luego la llamo, ni se te ocurra. De vez en cuando, debido a mi verbosidad
dice “Ay mi cabeza” igual que me decía
Agustín, su padre.
Le llamo a Ángeles y le censuro que no haya invitado a Laura, que lo siente que se ha olvidado, pues está mosqueada, que está “invitadísima”, díselo, ya se lo diré. Hoy le llamo a Laurie, que estás invitada, le has llamado, claro. Correcto. Así que he visto que tenía una llamada de ella. Ay mi cabeza. Resulta que aunque yo no vaya ir, me he permitido invitar a alguno más (tres al menos) a esa fiesta, dada mi amistad con mi querida Ángeles, menos de su entorno más inmediato.
Jesús Álvarez Le llamo a Ángeles y le censuro que no haya invitado a Laura, que lo siente que se ha olvidado, pues está mosqueada, que está “invitadísima”, díselo, ya se lo diré. Hoy le llamo a Laurie, que estás invitada, le has llamado, claro. Correcto. Así que he visto que tenía una llamada de ella. Ay mi cabeza. Resulta que aunque yo no vaya ir, me he permitido invitar a alguno más (tres al menos) a esa fiesta, dada mi amistad con mi querida Ángeles, menos de su entorno más inmediato.
También en los Juzgados de mañana muy dilatada, le digo a Jesús Álvarez ¿me has traído el disco? Sí, a ver qué te parece, y me lo da. Es su último disco, ya está en soptify y en otra distribuidora de la red.
Diré del disco lo que más se puede decir: que induce una emoción vitalizadora, de gimnasio y bicicleta, de Disco en polígono industrial y mucha marcha, o de escucha y vibración en reductos de élites musicales, cuyos miembros jamás podrán desprenderse del universo de su habitación en casa de sus padres. Se lo pongo a XY que está viendo una película ¿qué te parece, es de Jesús Álvarez? Me gusta, es profundo, “atávico” (la 9)… pero estoy viendo la película. Oído de pie me hace bailar con ganas. Tiene mucha fuerza rítmica, una base de cadencias repetitivas –aquí esbozadas- que no son las cansinas de Kraftwerk que gusta al autor, sino con variaciones como del Dance, de muchísimo ritmo y empuje. A mí me evoca a grupos ingleses de los 80/90, cuyos nombres en absoluto recuerdo y un punto de música electrónica con discreta elevación sinfónica, y a un David Bowie de esa época también, con la lozanía de los sonidos actuales. Los temas además son muy acabados, densos y pletóricos, autónomos y sin rellenos y las voces, a veces distorsionadas, muy sugestivas. Genial Marta Esteban.
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