Este fin de semana tuvimos en casa a un joven que cumplía
ampliamente con esa adscripción. De
moverme siempre, como todo el mundo, por el mismo medio y con la misma gente,
contactar con personas que son verdaderos ciudadanos del mundo es una novedad
en principio muy satisfactoria, y lo es mucho más cuando la empatía y
comunicación han resultado sumamente placenteras, desacostumbradas y divertidas.
Ha sido como un viaje al extranjero realizado
con amigos.
Treintañero, de padre irlandés y madre francesa, políglota,
jurista por la universidad de Oxford, y
como no le apetecía acabar para el resto
de su vida en la City londinense de abogado,
se hizo periodista. Con veintipocos años era el responsable de una de
las agencias de noticias más importantes del mundo en
París. Lógicamente volaba en el avión del presidente Sarkozy. Después decidió hacer el master de
relaciones internacionales en Georgetown
de Washington.
Ahora tiene un empleo donde no permanecerá mucho tiempo: es
editor del New York Times para Europa y
edición digital mundial en Londres. Ha estado en Libia, Damasco, Tanzania en
los últimos tiempos…
Le conocí en Washington,
ahora le veo con anorak y mochila, ha subido al Teide, llegó el lunes y vino el fin de semana a casa. "Habla poco
español y podrás practicar inglés", me dicen antes. Habla mucho mejor el español,
pero resulta que hablamos en alemán y español. Me traumatizó una alemana despectiva en Berlín y decidí no hablar nunca más alemán. Lo que sé, que es
coloquial, lo hablo correctamente, sin pensar y sin faltas.
El viernes tuve Termini y bebí bastante, luego ya con nuestro cosmopolita Los Reunidos, con Fer, Jesús y A., hermano,
XY donde seguí alegremente bebiendo, y
finalmente sumados Yael y el dudoso
muslim al Parra, donde proseguimos la cata. El sábado que fuimos a comer
con nuestro amigo, anduve fatal todo el día. Sin embargo de noche él volvió al Parra con una amiga
finlandesa que había conocido. Es un treintañero premediado.
Lo cosmopolita se enfrenta a lo local –en la literatura
canaria hubo un debate muy interesante
sobre ello, por cierto- , y yo detesto
lo local y localista, ese condensación pegajosa de fritanga. En los círculos de
amigos en los que me desenvuelvo hay locales y foráneos. Locales de inclinación
cosmopolita, por supuesto.
1 comentario:
Etimológicamente, su huésped de este finde pudiera ser un extraterrestre; de cosmos y polis.
Etilicamente, le sorprenderían las birras del Parra, si no no hubiese vuelto, creo.
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