Ha muerto el crítico literario Reich-Ranicki
No sabía que seguía vivo, al menos hasta hace un día. He
leído obituarios y acudido a mi biblioteca: alineados entre el último estante de judíos y de la familia Mann, y por
encima de Peter Handke y austríacos, tres
libros de él.
Son también tres las cosas
que de inmediato recuerdo de Reich-Ranicki. Ser el patrocinador de Javier
Marías en Alemania (que él lo cuenta y
agradece hoy en El País) a través de su célebre programa televisivo de
literatura realizado en Frankfurt, su
biografía Mi Vida y su
estudio de los Mann. Más que Thomas Mann
o su hermano Henrich (los dos me parecen gigantes literarios y antinazis de la máxima ejemplaridad) me han apasionado los hijos de Thomas Mann, especialmente Klaus
(autor de Mephisto) y Erika, a los que seguían Golo y demás. Una familia
más que singular, digna y distinguida. A
tal fin recomendar el libro de Ranicki Thomas
Mann y los suyos.
Para seguir con la gran literatura alemana y poder tener
referencias de genios como Alfred Polgar o Alfred Kerr, pero sobre todo de Kurt
Tucholsky y Martin Walser (auténticas
divinidades ambos) resulta un bebedizo imprescindible Los
abogados de la literatura. Es en este libro donde nombra como mejor autor
en alemán de todos los tiempos (ni Goethe, ni Schiller, ni Lutero) a Henrich
Heine, y lo dice la máxima autoridad.
Por último, su biografía Mi
vida. Judío polaco pasado por el gueto de Varsovia, su familia resultó también
exterminada. Estudiante en Berlín cuando el ascenso del nazismo, Reich-Ranicki
quedó herido para siempre por el idioma
alemán y su alta cultura. Repatriado a Polonia y al gueto, logró escapar y
permanecer escondido por unos campesinos
polacos, quienes mantuvieron semiesclavizados a él y su mujer, de lo que nada
dice la prensa hoy, aunque tampoco tenía por qué.
Reich Ranicki recorre el camino inverso a Paul Celan, otro
judío (de Bukovina) que siguió rendido al
idioma alemán (aunque no era alemán, sí lo era su idioma), empero se resistió
toda su vida a pisar suelo germánico, Ranicki a la primera oportunidad, años
después, regresará a Alemania para instalarse y arbitrar la literatura alemana
de posguerra. Como por ejemplo la del
legendario Grupo 47.
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