Por la foto del post de abajo puede establecerse que estuve en Puerto
Banús, y colegir que muy posiblemente pedí que se me sacara esa única foto para
colgarla en el blog. Y dejar constancia.
Pues sí, así se hizo. No puedo contabilizar las veces que me las he
podido sacar: son muchas, incluso nocturnas, y no lo he hecho hasta ahora. Parezco tonto.
Ya puedo decir que mi conocimiento de Marbella es reticular, esencial, tangencialmente interno (si se me permite la torsión) y en alguna medida
visceral, empírico, sustantivo… como también podría decir, como hace el coro de
vibraciones pequeño burguesas, que hay
magníficas playas muy guays, asequibles y patrióticas, populares, pero
reservadas y extensas, etcétera sin necesidad de moverse mucho de la residencia
habitual. A mí me dan tanta envidia que sigo no ya sin ir, sino sin conocerlas
siquiera, a excepción de Las Américas: núcleo central del territorio, mi axis mundi, y Las Palmas.
Los que ocurre es que todavía nadie, que se ha agasajado
tanto fundiéndose en arena y salitre
sobre los territorios sobrevolados
hace escasas horas, me ha contado nunca nada. No es lo mismo no tener ganas de
oír, que no te tengan nada que contar, que es bastante peor. Es que ni se te
ocurre preguntar. Yo me entero cuando van a ir, pero jamás cuando vuelven, al
punto que no sabes si al final han ido o no.
Sinceramente prefiero identificar un rolex en una muñeca
(porque Al tiene uno que le regaló Serena cuando dieron la vuelta al mundo,
aunque de segunda mano) y observar la muda constante de idiomas entre las
mismas personas, la forma de comportarse, las maneras, tener ante ti actitudes
psicológicas y sociales que te induzcan a indagar, interpretar, descifrar y
estar atento e interesado por una vez. Es una suerte ver desfilar mundo (“abrir mundo” decía el
Maestro Heidegger) ante uno, mundo orográficamente esplendoroso, veraniego y
burbujeante sin la horrible planimetría
del acostumbrado. Estar sin estar, que es la gracia. Lo diré en alemán: no mero
stellen sino gestellt/gestallt (si no me corrige mi hermano). Presencial, no
perteneciente. Merodeador siempre.
La Costa del Sol relucía como esa mágica tarde de verano al borde del mar cuando no
existe ni puede existir nada más allá de
lo que observas en ese momento.
Yuxtaposición de estados de interés y perspicacia y serenidad plena. De repente
la temperatura, la luz y la presión atmosférica dejaban de ser datos externos, para pasar a ser cualidades internas que se hubieran
incorporado a uno y quedaran instaladas
en tu propio cuerpo. Hay gente
que por la mitad en lugar de irse a
Marbella se va al desierto o a los Alpes. Para nada. Es gente con prejuicios, pacata y aburrida,
deseosa de simulacros, que diría Braudillard, y teclear “emociones” y a ver que
sale. Gente incapaz de saborear un gin-tonic en un chill out de la playa de
Marbella o cenar en Fuengirola a tres metros del mar, dando un poco la nota
bulliciosa y estridente. Estuve pesado,
para variar, aunque ameno: escuetos diálogos en inglés elemental sin parar.
He acabado más que harto de merodear por los ámbitos marginales, que son idóneos para las erupciones juveniles más neuróticas, y los he conocido políticos, culturales, bohemios, parapsiquiátricos y me dejo alguno, donde jamás me he asomado ha sido a los drogadictos. Yo ahora necesito llevar gafas de sol de marca, por ejemplo.
He acabado más que harto de merodear por los ámbitos marginales, que son idóneos para las erupciones juveniles más neuróticas, y los he conocido políticos, culturales, bohemios, parapsiquiátricos y me dejo alguno, donde jamás me he asomado ha sido a los drogadictos. Yo ahora necesito llevar gafas de sol de marca, por ejemplo.
Pues desde la Costa de Sol, mañana a la Apocalipsis o algo similar. Qué lejanos ya
mis estudios de agosto y el cálido vacío que los envolvía.
He traído libros celestiales. Por fin pillé en Málaga city
el Pan desnudo -con otro nombre ahora-
de mi admirado Mohamed Chukri. Lustros agotado. Es lacerante que apenas se edite
nada, con todo lo que se podría hacer.
Lo cierto es que no me gusta moverme fuera de Miami y Marbella en verano. Los conciertos en Bayreuth, para mi hermano.
Lo cierto es que no me gusta moverme fuera de Miami y Marbella en verano. Los conciertos en Bayreuth, para mi hermano.
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