El cumpleaños de Nuestro Amado líder
Termini (en cuanto grupúsculo) no hace sino cumplir años. No parece que haya voluntad de disolución y no deja de ser un hecho curioso, ya que en el ámbito de procedencia, la estación perpetua es la otoñal, cuando las ráfagas de viento arrastran con furia las hojas arremolinadas por el vasto espacio y la gente se tiene, con sobrados motivos, por muy conocida, gracias en parte al calendario de fiestas, liturgia y ritos funcionarial.La casa de NAL está a la altura de un avión a 800 metros de tocar tierra. Es aseada y optimista como lo es él. La parte de la azotea es espectacular. Ocurre el milagro nada más alcanzarla, resulta que has subido para tener que volver a bajar, menos peldaños, pero bajas. Desciendes a un patio, aunque sigas en la azotea, tan sugerente como lo puede ser el fondo de un glaciar. No ves ahora para abajo, como se supone en una azotea, sino para arriba. Unos grandes paños impiden ver las calles, pero un vano muy ancho y en L, festoneado por columnas negras, sustentan la prolongación del plano interrumpido que no tiene más función que la ornamental. Clásica arquitectura posmoderna, que es el arte en donde el posmodernismo por primera vez se encarnó y marcó la pauta. El vano longitudinal abierto y en ángulo recto te permite disfrutar de una visión casi circular de las cresterías que rodean la ciudad. La visión te extra-territorializa. De ningún lugar de la ciudad se puede ver la ciudad como se ve desde allí. No hay ciudad, solo hay cumbres casi en círculo como si estuvieras ante la sierra de Ronda. La azotea que se metamorfosea en patio, que se alza pero desciende y profundiza tiene un anfiteatro que vuelve a elevarse por unas gradas dignas de ser llenadas de espectadores en fiestas maravillosas, buscando no perder su condición de azotea. Arriba hay un estudio salón apartamento, con libros y vistas. Allí NAL escribe en su blog encriptado, prepara sus clases, se aísla y se hace cantautor del mayo del 68. Hasta Kamenev se da por aludido y llama desde París. Lo que es absolutamente cierto porque ocurrió el mismo viernes.
De allí se vuelve a ver toda la ciudad a los pies y la cordillera de Anaga, ahora desde el mar hasta las cumbres.
En un ángulo se alza protectora y totémica una de las torres gemelas de la ciudad de provincias, la vista solo puede ser neoyorquina, ya que la azotea patio lo es de esa ciudad. En ese lado hay una zona acotada por un murete que delimita lo que podría ser un estanque lleno de piedras blancas, como podrían ser peces de colores o nenúfares, un lujo de jardinería land art. En sus bordes se alzan pilares rematados por chimeneas metálicas, y un muro elevado rebasa techos dejando paredes dignas de la arquitectura monumental. El mundo de sugerencias no se detiene, evoco varias veces durante la tarde y la noche el Egipto faraónico por el tipo de dibujo de la pared ciega que me atrapa constantemente, con media pilastra en relieve, con un par de finas estrías y paños levemente retrancados a sus ladosDe allí se vuelve a ver toda la ciudad a los pies y la cordillera de Anaga, ahora desde el mar hasta las cumbres.
Columnas y vigas, planos y volúmenes, sólidos y vanos, ángulos y huecos privándose de toda funcionalidad, sirven para acotar el espacio, al incorporarlo a una percepción articulada. Desde donde estaba sentado veía arriba reflejado en las cristaleras de las paredes de cristal del despacho-apartamento las cumbres salpicadas por casas, que me recordaban ora a Argel ora a cualquier ciudad blanca del Mediterráneo, Mijas incluida. Las columnas y las vigas cuya única función es describir vanos y cortar volúmenes, recortaban el cielo azul hasta meterlo en la azotea, marcándolo, jugando con planos azules. La tarde iba mudándose y matizaba su fuerza cromática dando pie a otras vibraciones del espacio azul: el azul del atardecer por el este, se mostraba igual de grandioso y vibrátil que el del oeste, inmensamente refulgente próximo el ocaso.
Permanecimos más 10 horas y Nuestro Amado Líder nos donó un concierto de guitarra. ¡Viva Nuestro Amado Líder!
1 comentario:
Solo faltó Kamenev. Tarde-noche memorable.
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