jueves, marzo 03, 2011

Izquierda, virtud e inocencia

Rastreo en google sobre la muerte de Enrique Curiel. Murió pobre dicen varios blogs, aunque en una clínica de Puerta de Hierro y de profesor de Políticas en la Complutense, desengañado de ZP y el PSOE y con una bandera del PCE en su féretro por deseo de él. Un ex senador y ex concejal socialista.
En una foto se puede ver a Carrillo y Bono ante el féretro del exlíder estudiantil y vice presidente del partido comunista, antes de desembarcar en el PSOE. El católico ecuestre y castizo Pepe Bono habla de homenajes a los comunistas por su lucha por la libertad. Comunismo y libertad constituyen evidentemente un par de síntesis, armonía, identidad, sinonimia, intercambiabilidad… como todo el mundo sabe.
Yo no he conocido mayores amantes de la libertad que en mi juventud, y eran tan apasionados de la libertad que luchaban contra Franco para que la derecha y la ciudadanía votante de derechas o centro tuvieran las mismas oportunidades que ellos. Deseaban fervientemente convivir con la “burguesía” (¡ni tocarla!) incluso con la “pequeña burguesía” y aún más, con los trabajadores de pensamiento reaccionario. ¡Una pasada, la californiana izquierda española! Eran muy demócratas, liberales, libertarios…me faltan las palabras, no abrigaban la más mínima concepción sombría del poder, y eran fanáticos de países como Francia, Alemania federal, EE.UU, Gran Bretaña o Dinamarca, de tanto que les satisfacían las democracias “burguesas” y “formales” y de cómo odiaban totalitarismos, democracias populares y la falta de libertades. Entre tanto el PSOE se hallaba literalmente ausente y desconocido.
Claro que cómo luchaban contra el fascismo, por antinomia semántica nomás, se convertían en demócratas emocionales y cognitivos de muy firmes e impolutas convicciones. Al fascismo en todo el S XX, anglosajones al margen, se le ha combatido un millón de veces mejor en nombre del socialismo, el famoso “El Pueblo”, la clase obrera que en nombre de la convivencia e igualdad de la ciudadanía.
La izquierda histórica española es muy poderosa, hay que reconocerlo. Jamás ha pedido perdón por nada: ni por sublevarse con contumacia y con las armas contra la República, ni por enterrar a cal viva a la izquierda de mayor tradición: el anarquismo, con los conjuros y autos de fe de la memoria histórica. El “paseo” simbólico de la CNT y la FAI (que fueron mayoritarias) es muy superior al franquista.
Bono y Carrillo. La hípica y Sebrenica (Paracuellos dos). Dos símbolos de toda la longitud de onda de nuestra izquierda.
En medio ha quedado Enrique Curiel, una izquierda de maneras y porte muy distinto a los disciplinados agentes del estalinismo como Pasionaria, Carrillo y torvos burócratas de la nomenclatura externa acogida bajo la férula del Kremlin. Curiel era eurocomunista, debió creer que se podía superar la tesis sagrada de la dictadura del proletariado a través la hegemonía política de Gramsci.
Pudo seguir otro camino, me defraudó verle en el senado detrás de un ZP, detalla muy inferior a él en todos los sentidos, que encima le ningunearon.
En otro país con una tradición de izquierda inequívocamente democrática, reformista y con pensamiento político hubiera sido un Daniel Cohn Bendit o un Joschka Fischer. Mantenerse fiel a la izquierda española tiene hoy un símbolo: al final espera la bandera del PCE. Un comunismo con gracejo, inocente, castizo y de taberna,  popular pero con nomenklatura fashion, largamente criminal, sediento de poder para instaurar La Justicia y la felicidad, compatible, majo, "del pueblo" y siempre en su nombre, bondadoso y siempre inocente, donde la responsabilidad personal exigió ser exterminada antes de que alguna vez naciera.

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