El Día: Falsa semántica judicial: conservadores/progresistas

Aparte de que se sigan intitulando de progresistas quienes en absoluto lo son, normalmente muy anquilosados y simples; demasiadas veces con grandes pulsiones autoritarias. Llevándolo al poder judicial: los tildados de conservadores pueden muy bien no comulgar del todo con partidos conservadores, lo que es muchísimo más difícil es que los progresistas no observen una actitud mucho más comprometida y dirigida que los otros. Los llamados conservadores conciben el Derecho sin fines, ni finalidades distintas del sistema jurídico y legal. No hay mayor objetivo que la justicia en sí. El Derecho se nutre del derecho: legislación y jurisprudencia. Esta magistratura/profesión tiene muy claro cuál es su ámbito y función como poder del Estado. Por lo que no esperan nada de los otros dos poderes del Estado, sino cumplir lo que cada cual haga en el ámbito de su competencia y les ataña. Podríamos simplificar diciendo que los conservadores lo son pasivamente, y no objetan que los denominen así, mientras los progresistas lo son activamente, merecedores de ese marbete luchador. Los magistrados denominados conservadores si pertenecen a asociaciones se llaman profesionales o independientes. No van más allá de su profesión y función. Carecen de objetivos trascendentes, se circunscriben a lo suyo, lo que la constitución ordena, y a la Ley. Tampoco se califican así mismo de conservadores, les da igual. Todo lo contrario, a lo que ocurre con el bastión progresista, a los que se les queda corto el derecho y la magistratura, y les definen las intenciones (ideológicas). Son jueces para la democracia. Tienen un fin, una misión que cumplir, una voluntad supra profesional que alcanzar, y vigilar. Parten de que no debemos estar en una verdadera democracia porque ellos se han constituido para lograrla, perfeccionar, encauzarla, poder protegerla. La democracia liberal tiene esas limitaciones, insuficiencias, imperfecciones; no son los únicos que así lo piensan. Por ejemplo, todos los antiguos y confesos partidarios de las democracias populares (borradas ya sin dejar rastro). Así como hay una asociación de jueces/juezas para adecentar la democracia, los fiscales afines son simplemente progresistas, es decir partidarios también de metas políticas e ideológicas. Si los acomodaticios, aburguesados y rutinarios llamados conservadores no se despegan de lo inmanente, los suspirantes de auténtica democracia y progresistas serían, poco kantianamente, transcendentes (más que fiscalistas, que se les queda corto también). Aunque quedarían incorporados a un universo más amplio ‘de progreso’, opuesto a la esfera conservadora, reaccionaria y muy amortizable. En ellos hay un apetito romántico, de brote adolescente de ‘cambiar el mundo’ para lo que necesitan irremisiblemente cambiar el mundo a los demás. Aberrante el gamberrismo (de progreso) de los fiscales vigilantes en la Sala 2ª del Tribunal Supremo.
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