El único dispositivo cultural y vital capaz de oponerse a la posmodernidad puritana, inquisidora, coactiva de las Me-too, los progres woke, la delirante ambición de suplantar a dios y aniquilar la naturaleza del grupo Queer, está en la todavía modernidad latina. En su avenencia con la sentimentalidad y el vigor natural del sexo. Son los únicos que pueden detener a la nueva moral autoritaria engendrada en las universidades norteamericanas, colonizadora de una Europa lacaya y nihilista. Y banal.
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