viernes, noviembre 16, 2018

Deserto a Melilla

El patrimonio modernista de Melilla solo es superado por Barcelona en España. Otro motivo delicioso para visitarla
Razones muy hedonistas y de gran carga  antropológica y cultural me han hecho declinar la invitación al desierto a otro coloquio internacional de carácter literario. Consecuencia: me quedo sin presentar mi libro de arriba en el desierto.
Pretendo traer a debate una cuestión relativa a Marruecos y el islam que enfrenta el hedonismo con el nomos, revuelve la antropología, y congela  la cultura en su sentido profundo e intercultural.
Me ha dado  por plantearme hacer alguna encuesta o un estudio sobre ese tema. Pero todo esto queda para otro día.
Coincidiendo con mis previsiones del coloquio del desierto había previsto viajar a Andalucía, ese viaje lo mantendré pero ampliado a mediados del mes próximo.
En Andalucía es donde yo me encuentro a gusto, que es menos que estar feliz pero a que a mí me sirve, estoy conmigo mismo. Es un estado tan literario como existencial, psicológico, retrospectivo. Todo eso cuando no esté con amigos en dos sitios diferentes de Al Ándalus, que va de mucho más divertido (sigue ocurriendo así) y allí también tengo el Estrecho, Marruecos y los enclaves españoles. Como dice mi hijo soy de enclaves. Me encanta ir a Ceuta. Si uno viaja solo tiene garantizado una relación consigo mismo que no se tiene nunca en otra situación ni con compañía. Es un viaje de intimidad y contacto personal absolutamente con nadie sino contigo. A mí no me gusta estar sin hablar.
 Pero no puedes hacerlo. Por tanto lo que cuenta eres tú. Los enclaves lo favorecen porque uno no deja de ser otro enclave en la sociedad, en el mundo.  Y la Otredad es más radical al ser más variados  y mejor confrontados sus elementos.  Es como si tuvieras tu contorno físico delimitado, geométrico por rotundo, hecho a hachazos de escultor gallego como Beito. Y es una visión además retrospectiva, tu vida no es el presente, sino biográfica, hay unidad en tu vida. El que fuiste  y dejaste de ser, se ve en una situación y lugar que jamás hubiera  imaginado o entonces totalmente contraimaginado. Has tenido un gran viaje de vida. Que aquellos lejanos que quedaron atrás en absoluto lo tuvieron, nunca variarían de ramplonas madrigueras y escuetas colonias. Yo fui del verdor, de brumas, bosques que llegaban al mar y enemigo acérrimo de todo lo que lo negara (la inmensa pobreza ambiental), tuvimos unas ideas políticas y tenía perfecta materialidad la fisonomía del enemigo, que estaba en los enclaves que ahora busco con amor.  Lo que son las cosas, la vida que no se ofreció pero que era posible.    


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