Razones muy hedonistas y de gran carga antropológica y cultural me han hecho declinar la invitación al desierto a otro coloquio internacional de carácter literario. Consecuencia: me quedo sin presentar mi libro de arriba en el desierto.
Pretendo traer a debate una cuestión relativa a Marruecos y
el islam que enfrenta el hedonismo con el nomos, revuelve la antropología, y
congela la cultura en su sentido profundo e intercultural.
Me ha dado por
plantearme hacer alguna encuesta o un estudio sobre ese tema. Pero todo esto queda para otro día.
Coincidiendo con mis previsiones del coloquio del desierto
había previsto viajar a Andalucía, ese viaje lo mantendré pero ampliado a
mediados del mes próximo.
En Andalucía es donde yo me encuentro a gusto, que es menos
que estar feliz pero a que a mí me sirve, estoy conmigo mismo. Es un estado tan
literario como existencial, psicológico, retrospectivo. Todo eso cuando no esté
con amigos en dos sitios diferentes de Al Ándalus, que va de mucho más divertido (sigue ocurriendo así) y allí también tengo el
Estrecho, Marruecos y los enclaves españoles. Como dice mi hijo soy de enclaves.
Me encanta ir a Ceuta. Si uno viaja solo tiene garantizado una relación consigo
mismo que no se tiene nunca en otra situación ni con compañía. Es un viaje de
intimidad y contacto personal absolutamente con nadie sino contigo. A mí no me
gusta estar sin hablar.
Pero no puedes
hacerlo. Por tanto lo que cuenta eres tú. Los enclaves lo favorecen porque uno
no deja de ser otro enclave en la sociedad, en el mundo. Y la Otredad es más radical al ser más
variados y mejor confrontados sus
elementos. Es como si tuvieras tu
contorno físico delimitado, geométrico por rotundo, hecho a hachazos de escultor gallego como Beito. Y es una
visión además retrospectiva, tu vida no es el presente, sino biográfica, hay
unidad en tu vida. El que fuiste y
dejaste de ser, se ve en una situación y lugar que jamás hubiera imaginado o entonces totalmente
contraimaginado. Has tenido un gran viaje de vida. Que aquellos lejanos que quedaron atrás en
absoluto lo tuvieron, nunca variarían de ramplonas madrigueras y escuetas colonias. Yo fui del verdor, de brumas, bosques que llegaban al mar
y enemigo acérrimo de todo lo que lo negara (la inmensa pobreza ambiental), tuvimos unas ideas políticas y
tenía perfecta materialidad la fisonomía del enemigo, que estaba en los
enclaves que ahora busco con amor. Lo que son las cosas, la vida que no se ofreció pero que era posible.
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