El mítico hotel Minzah de Tánger. Mal servicio. Lo visité dos días. Enfrente familia militares españoles todos funcionarios (padres, hijos, abuelos). Una España estamental, muy tradicional, que ahora pueden votar algunos a Podemos. Les subleva la mínima molestia y castigan al poder
Me fui el 6 y regresé ayer 19. He dormido en 5 ciudades. Mijas, Tánger, Ceuta,
Cádiz y Sevilla. Un viaje poco más corto que el del Oeste americano de mayo, y
distinto. No es lo mismo viajar acompañado que solo. Hace mucho que dejé atrás
mi juventud, pero todavía puedo quedarme
en casas de amigos. Es donde se habla mucho, y básicamente se ríe más. En otro
caso sería imposible por completo. Por casi todos los sitios por los que he pasado los conocía
muy bien. Luego viajar para conocer, no tiene por qué darse. Al noventa por
ciento del planeta no se me ocurriría ir. Ver por ver es una de las cosas más
flojas. A todos esos turistas que les gusta todo, o hacen que, incluso lo más insospechado, en realidad no les gusta nada.
Asillah
Lo novedoso sí ha sido viajar desde Tánger a Larache y
Assilah, conocer el célebre río Lucus, como el de Asillah que son pura delicia:
aguas verdes, dulces meandros, cuencas de mucha sedimentación: arenas, y lodos
del río, nada construido. Fui con Ramsis
un taxista que contraté, cervecero, zumbado y divertido, su lema era ¡a beber!
Aunque solo en Assilah tomamos cervezas, algunas cuantas generosas unidades. En Larache
me visité los cementerios muslim, nasrani y hebreo sin dar con el museo civil,
donde yacen Juan Goytisolo y Jean Genet, mis explicaciones no sirvieron de
nada.
Más Asillah, lo que gustan los hispanos: lo étnico y folclórico. Lo supervisé lo que duran los disparos de mi nuevo móvil de 9 mm
La pandilla que se formó en el cementerio judío decía que era cristiano,
y yo les señalaba el rollo de la Torá, los Jacob, Abraham, Cohen… de las lápidas,
y citaba “Is-ra-el” que suponía término para ellos resonante y hostil. Pues nada como si hablara del budismo o Dionisos. Les repartí unos
diezmos, deduciendo que su guía desmotivada no era filantrópica. El gran Ramsis, el taxista, me esperaba
dentro del coche para ir a comer pes-ca-do-muy-bue-no a Asillah. Le había dicho un millón de veces
que no pensaba comer, solo tomar cerveza. Pues vuelvo de otear la zona de
dentro de la muralla y me lo encuentro pidiendo comida.
-Te he dicho que no iba a comer, tú pide lo que te dé la
gana que yo no voy a pagar, solo la cerveza.
-Tú no preocupar, tu paga la cerveza y yo la comida.
-Ya me extraña
Me da para probar un pescado de la clase optimist (óptimo) y se lo como entero.
-Tendrás que pedir para ti- le digo. Pero no se qué pasa que
no se lo dan. Le digo: "déjame en el barrio de Marsan, que quiero ir al café Hafa. Te doy un adelanto del viaje de mañana".
Ante la biblioteca Juan Goytisolo del Cervantes de Tánger que está (hay otro) en el gran complejo español: Consulado, hospital, Instituto, Cámara de Comercio... toda la manzana muy protegida.
Mucha seguridad en Tánger: soldados patrullando con la gendarmería
En el Zoco chico, llevo visera, gafas de sol, pantalón corto
y se me acerca un desinteresado: casbah, medina… y yo: No.
English, american, Canadian, australian –todos los nombres
que me halagan – yo sigo diciéndole que
no, ante cada nueva identidad gentilicia-, se cabrea lleva media Europa citada,
y enfatiza alborozado y harto: ¡portugués! Nuevamente ¡No! Entonces dice dudoso ¿español?
-Ya te ha costado, sí, spagnolo tipo baskish. Es mi 4ª vez en
Tánger, o sea déjame en paz que no quiero ver nada. Se me había olvidado, Ramsis me había ofrecido
putas y una linda jovencita se me
ofreció (me pareció) en un parque. Una suma que encarnaba
mi ideal de viajero.
Al día siguiente nueva negociación con Ramsis que me llevó
por el norte de Tánger al cabo Malabata y bordeamos toda la punta de Marruecos,
viendo el puerto alternativa a Algeciras Tánger –Med, la sierra de Bullones, ¡que
alturas y bosques!, hasta Ceuta.
Ceuta, parador, mi habitación
-¡Frena, mira que pendientes!
-Tú tranquilo, este es un gran coche-. Me dejó en la frontera.
-A ver, te acuerdas de ayer, que te pagué parte del viaje de
hoy, pues dime entonces lo que te debo, solo tienes que restar, dime-. Y va el
cabrón, que ya me había psicologizado, y me suelta con un talento asombroso: “lo
que tú quieras, amigo”.
-Joder cuántos recursos tienes, te voy a “apropinar” 20
euros, que no estaba en el precio y estos dírham que me han sobrado-. Me da su tarjeta, en el que su Volkswagen aparece dos veces fotografiado a modo de
flotilla empresarial.
No había
contrabandistas en la frontera –qué diferencia
con la de México, la de San Luis
de Río Colorado, que tenías que informar que eras
extranjero y que estabas entrando ilegalmente en el país. Para no
hacerte ningún caso, los yanquis a la vuelta también parecido-
que supe después que se había prohibido
durante esa semana el comercio. Encontré un buen precio en el parador de Ceuta.
Leí y disfrute de la ciudad y la travesía.
En Cádiz pedía en las librerías tema Sáhara, Marruecos Magreb (en la librería
Luces de la Alameda de Málaga, ¡un solo libro del Sáhara!: mío) o África.
Como no se encuentra nada me he tenido que leer la historia del Congo.
Aparecen los libros de la Guerra de África y el protectorado español, que es lo
que yo leo, a falta de otros materiales. Me empieza el librero a sacar de la
guerra de Ceuta, de Larache y claro me compro todo, si ya soy visitante y
vecino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario