Ayer domingo bajé caminando a la ciudad, desde hace tiempo lo hago todos los lunes para asistir a la sesión de amigos en Los Reunidos. Por hacer algo distinto he quedado para tomar cerveza con mi hermano en… Los Reunidos. Que si el dueño, el camarero, Aerosmith, Berlín y mucho California, Arizona y Nevada con lo que me he explayado como un docente-viajero, o bueno, vulgar parroquiano de taberna con viajes y verbosidad, en realidad hicimos pláctica cruzada.
Mi hermano se viene a Cádiz, ¡bravo!, con mayor determinación desde
que le he hablado de lo obsequiosa que podría advenir la estadía. Tenemos como imperativo
categórico atar los días de vacaciones reservados por nuestra pandilla de
verano de Cádiz.
Mi hermano ya tiene el planning, que supone atravesar la Península de extremo a extremo. Yo trato de salvar el ángulo muerto
de Tánger y Larache, cuña entre Málaga y
Cádiz. Estoy leyendo el libro de la guerra de Marruecos de arriba. Son varios ya los leídos. A mí
la vida no me ha podido salir más imprevista. En realidad por todo. Veo
otra paralela y más diferencias no puede haber habido. Odié bastante, como hace
la izquierda a enemigos extrapersonales y otros perfectamente abstractos,
Franco y el ejército africanista era lo
que yo más podía detestar. Ahora he reunido una pequeña biblioteca sobre aquella época. Comencé, como
he escrito varias veces porque no encontraba libros del Sáhara, después porque
no encontraba de Marruecos y Magreb. Pero antes de que llegue agosto tenemos la fiesta del Consulado de
final de julio en las Palmas, a la que
vamos cinco unidades desde aquí.
El sábado a la noche me llamaron de Las Palmas, va en marcha
el proyecto de los libros por escribir,
y también la traducción.
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