Apostillas al artículo de abajo
Atroz es mi hermano, que antepone su condición de
intelectual a la de Sr Advocat. Por su tendencia, instinto, promesa de vida lo es,
pero la conjunción de sus condiciones objetivas y subjetivas emanadas de
aquellas lo cincelan en bronce verdoso como Sr. Advocat, y por su relación
sacristanesca en la Corporación, de sistémico a más no poder.
El otro día le confesé que iba a escribir mi columna sobre
la Ciudad de Justicia, y como buen Sr Advocat sistémico se sumó al coro unánime (como
un legión romana formaban ellos, jueces, fiscales... todos amalgamados) de cuando ven rozado o susceptible del menor
menoscabo su estatus quo corporativo. A mí en realidad siempre me han importado un
pimiento esos temas, incluso durante mi aviesa travesía por el Gran Túnel. No soporto la opinión común, las unanimidades, las
mayorías en formación, los colectivos que cierran filas, el corporativismo y el
privilegio, la eliminación de toda voz
propia, el atropellarse unos a otros para decir todos lo mismo.
Le llamo a mi hermano
Atroz para preguntarle por mi artículo, que siempre los pondera, menos
está vez. Yo le entiendo. Su lebensraum son los metros que hay entre
el Castillo, la Corporación y El Corte Inglés, para lo que no necesita
guagauasera. Por ahí puede desplazarse con sus mochilas legionarias de 12 kilos que
lleva a cuestas, y que le confieren
seguridad, y como piedras de lastre impiden ser raptado por ciclones y huracanes. Decía
le llamo, se inflama y soflama. Que pensarán que soy otro periodista comprado
(por los maléficos “intereses”) para apoyar los intereses urbanísticos- que ya
saben existen hasta los jueces, lo que hay que decir para quedarte en la
comodidad y centro- en El Sobradillo. En los confines de las periferias, en tierra yerma y barata
para viviendas sociales y los usos más menores donde se supone el terreno ha de ser el más barato del municipio, pues no, según estos señores
advocats y jueces es donde mayor arde como la mata del Sinaí la especulación urbanística, como en San
Matías, Añaza, Wall Street y playas de Acapulco y Niza. Toda su riqueza y agudeza argumental pivota en una tema: la incitación
paranoica a “los intereses”. Que les sirve incluso para sugerir una batalla
moral y ética para defendernos a todos de ese dragón de fuego. Pues muchas
gracias. Lo espectacular es que a los
implicados a los que les reconocemos conocimientos muy focalizados, debieran
saber que los intereses en principio son legítimos, no hace falta haber leído a Adam Smith. El Sobradillo ha de estar catalogado en el catastro
y demás indicadores como una zona tan codiciada como la playa de las Teresitas,
-yo si pretendiera un operativo Cabo-Llanos no hablaría de intereses, si no
recuerdo mal ya fue zona afectada por ellos- como los más inteligentes sin duda han pensado.
También habrán pensado que tras las sentencia de las Teresitas lo lógico es que haya colas de
empresarios y políticos ansiosos por dar otro pelotazo en terrenos tan cotizadísimos para viviendas sociales, puntos blancos, depósitos de coches abandonados, perreras municipales... ¡Cómo! ¿y ahí quieren mandar a las élites? No, no, en absoluto es eso, sino que están los "intereses". Le pregunta a mi hijo
por el article que ha indignado a Sr Advocat de la casta, y me dice, como
comprenderás no me interesan lo más mínimos asuntos provincianos.
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