jueves, mayo 04, 2017

En la cuenta atrás, Berkeley

Marcuse y Angela Davis
El punto álgido, top, del viaje será San Francisco. Voy a ir a un lugar con el que soñé de muy joven, gracias  a la revista Triunfo que yo devoraba semanalmente. Desde la lejanía viví a mi manera la contracultura americana. Fue uno de los veneros de mi formación sentimental cultural (borro intelectual porque era más burdo que ahora). Los otros, ya totalmente en blanco y negro, opresivos, de bajas pasiones que sacaban lo peor de uno, eran el independentismo baskisch y el marxismo comunista. La contracultura americana sirvió de  freno para no ahogarte en esas dos cloacas, llenas de detritus criminales como otros lo hicieron, sumidos sumisos en sumideros dogmáticos de sempiterna grisura, oprobio y rampante ridiculez. Yo ya hacía lo que haría después: estar en lugares en contra de tus simpatías naturales, tendencias, conexiones espontáneas, hondas simpatías, elecciones del sentimiento. Lo baskisch no, porque lo había tomado  en el biberón.
De adolescente leía tebeos de los Boinas Verdes en Vietnam y todas las noticias. Pues me hice totalmente antiamericano como antijudío. El comunismo obviamente era la URSS, China, Cuba y era un mundo metalizado, de escasez, opresión, máxima uniformidad, y crímenes industrializados que ya se  entreveían y atufaban  por su iniquidad, como habría pasado con Hitler. Ya me costó salir de esas celdas de basura, excrementos y ratas.
Frente a esos telones de acero, California constituía su antítesis, el sol. Allí estaba la Universidad de Berkeley con la contracultura del movimiento hippie, las protestas contra la Guerra de Vietnam, los beatnik en San Francisco, el orientalismo de Krishnamurti, Adam Watts..., las  drogas y la música, los grupos legendarios, hasta estaban los Beach Boys con el surf; Haigh Asbury era la intersección de calles donde surgieron los hippies. En California  estaba Angela Davis y los Panteras Negras (de los que yo era muy devoto) y también pero en la cárcel, George Jackson de los Hermanos Soledad (también Black Panther) y a quien Bob Dylan le sacó una canción.   Davis había sido ayudante del gran alucinado filósofo alemán, Herbert Marcuse el del “El hombre unidimensional”, en una universidad de California.
Todas esas influencias te abocan al interés cultural y sociológico, al pluralismo ideológico, a apostar por  la novedad y tener que elegir. Y el color de una paleta tan polícroma te crea figuras e imágenes, propuestas  que ya no pueden agotarse, porque siempre van a fluir.


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