Siendo
como es un país absolutamente democrático Israel –los más necios e
incultos, desde su odio incondicional (Alepo, sigue sin sonarles) siempre pueden considerar lo contrario, a pesar que ellos mismos no sean de los que admiren las democracias- hay una falla en su sistema
legal, que es el derecho de familia, no hay matrimonio civil. Con lo que la religión tiene una presencia que no debiera tener, y no
caben los matrimonios mixtos. No hay constitución en Israel, siempre pospuesta
para no enfrentar a laicos y religiosos, sino leyes básicas.
Cuando
los progres denuestan a Israel con su furor antisemita deberían saber que el
sionismo fue socialista/comunalista (los niños dormían separados de los padres
en los kibutz) y laico. Al punto que el fundador del Estado de Israel Ben
Gurion, jamás se ponía la kipá, ni en los actos religiosos. El tema del
divorcio en Israel ha sido el tema de la película que se ha proyectó ayer en el Colegio de Abogados. Pensaba ir, llamar
a alguno de nuestra asociación y a Fer, pero al final hice prevalecer la
lectura de Jung, a quien comentaremos mañana en el Oliver. Ya me la contará mi hermano
Shimon
Peres era uno de los últimos sionistas (laborista, premio nobel de la paz con
Arafat). Hay semblantes de nobleza, estilo especial, bien estar en el mundo: la
espontaneidad de la risa, la fuerza de un abrazo, la ternura de un gesto, el
tesón de la mirada, la confianza de unos ojos… todo eso y más tenía Shimon Peres. Desde aquí este humilde
kadish.
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