Mi hermano me va a presentar a través de Lacan, lo que me ha
hecho ilusión, con su diferencia entre la realidad y lo real. ¡Lacan y el
pos-sindicalismo! No se nos valora como merecemos.
Ha salido en el Facebook de la Real Sociedad Económica de Amigos
del País de Tenerife, la presentación de mi libro Las ruinas del sindicalismo y hay un par de abogados laboralistas que
apoyan el acto. Uno que asistirá y otro que le interesa, que son opciones que ofrece el medio. También he leído que ha
comprometido asistencia Agustín Enrique Díaz Pacheco. ¡Loado sea Dios y la
Wehrmacht! Nunca le he dado tantas vueltas
a una presentación, aunque sin por eso hojear el libro ni preparar unas notas. Estoy
con el tercero del Sáhara- Marruecos. Le
doy mucha importancia a la grabación –el horror de oírse una frase y salir-, me
saldrá fatal, pero ha de quedar el mensaje. Es sin duda un momento excepcional.
Lo escribí desde dentro estando ya de hecho fuera (del sindicato mínimo), ahora
de derecho también, lo que ofrece mucha libertad. Si hay una circunstancia que
se da en mi vida con bastante obstinación, es el ir rompiendo con marcos de
adscripción, solidaridades, dogmatismos, devocionarios, vínculos de pertenencia y zonas de confort. Lo
común es no romper con absolutamente nada –lo minoritario ampara igual que lo
mayoritario-, tener la vida entera amarrada en puertos seguros y no quedar nunca
a la intemperie. Es lo natural y humano
-somos gregarios y sociales-, se necesita siempre terreno seguro que pisar. Cuesta mucho romper –no se elige,
deviene- , diría que no se puede romper de golpe, que las grandes rupturas han
de ser graduales, progresivas, advirtiendo y asimilando los riesgos que
suponen: soledad, incomprensión, pérdida de crédito y aceptación, y el frío de
la calle.
Hace bastante años le conté a XY que me habían llamado
“facha” –cuando todavía no me afligía si no lo hacían- y me preguntó, como si fuera una
injusticia, qué que había sentido. La
respuesta no debió ser desgarrada,
porque ni me acuerdo, pero me quedo con la pregunta, que es lo significativo.
Otra vez me preguntó viendo un idílico paisaje vasco y como fondo música de la txalaparta, lo mismo. Entonces sí
contesté que nada
Mi libro Las ruinas
del sindicalismo tiene dos partes bien diferenciadas, una testimonial: por
mobbing -juicio ganado, rescisión y
antigüedad-, y la otra un ensayo sobre
el sindicalismo desde vertientes y posiciones imposibles en cualquier otro
caso. Ser un bicho raro fuera de nicho ecológico, y con un mundo pleno también fuera
de ese ámbito, da perspectivas imposibles de repetirse o asemejarse en otros.
Siendo el tema de tal pobreza extrema, -yo soy víctima y un viejo topo nunca
retirado y dialéctico no de sacrales esquematismos - se da por hecho que nadie
de valía y talento se va a acercar. Solo cabe lo jurídico, pero para eso ya
están sus especialistas. Hablando de lo jurídico y laboral, el día 19 –otro día
de juicio mío- hablará en la RSEAPT un abogado y catedrático de derecho
laboral, sobre esos temas. Lo mío no tiene absolutamente nada que ver con eso.
Estamos en planetas dispares. Los
abogados laboralistas harían mejor yendo a ese acto y no al mío, les resultaría
de algún provecho, porque el mío será de ninguno. También pone interesada una
abogada muy simpática candidata del Colegio (siempre en feisby).
Los libros de autoayuda sindical
De mi peripecia personal, lo testimonial el único interés
que tiene es denunciar a las personas -ni velos corporativistas ni
analfabetismo holístico con penosas afectaciones de
ejemplaridad y docencia moral -, pero es
secundario, no es importante, porque es solo mío. Y los otros no son nadie,
puede que hasta los haya creado yo mismo. La parte dura, la ensayística sería
la que supondría aportación. Hace bien poco me encontré (en Internet por
supuesto) a un catedrático de laboral, de tanta pureza (100% algodón) que
estaba vinculado a CC.OO. y que había
escrito varios libros de sindicalismo. El clásico periscopio submarino de negociación
colectiva y sus correspondientes ondulaciones libidinales,
pero lo desconcertante era que el último escrito se titulaba de ¡por qué el
sindicalismo seguía siendo necesario!, -siempre resulta conmovedor revolverse contra la muerte- pareciera que no las tiene todas
consigo, presiente que ocurren cosas y que algo se mueve. Lo gozoso y arrebatador
dado el título, ya en sí obra maestra, era que ya habíamos desembocado en los “libros
de autoayuda sindical”. A ver si va a ser
absolutamente cierto que sea yo El
ensayista del sindicalismo; no era nada difícil. Mientras el canon se arroja al
estercolero intelectual de la autoayuda –son la hostia-, yo me nutro de Lacan,
Zinoviev, Weil, Judt… Frente a estos, los coach del sindicalismo.
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