Entrábamos desde la plaza de la Concepción en Herradores y había un gentío enorme, y dice mi hermano: si parece que estamos en Bilbao. Sí, así es. Por mi mismo no iría a un solo acto, y eso que no voy a ninguno, pero por Agustín Enrique había que hacerlo. Como siempre con trampa, es decir suprimiéndome los parlamentos, porque no tienen por donde agarrar. Dejas un libro para ir a un sitios de esos y te puede dar algo.
Curiosamente es en torno al libro donde el pensamiento, el análisis, la reflexión y la verdad más elemental y previa se esfuman. En realidad vienen a ser actos contra los libros, lo lógico después de este tipo de presentaciones sería quemarlos sin contemplaciones. Y eso que lo de Agustín Enrique, que tiene mucha gracia y solvencia, no fue nada comparado con lo que me recordó. El soniqute del lloro, el victimismo, lo lugares comunes, la pobreza (provocadora) de ideas, la repetición de banalidades extremas....
Tuve la suerte de sentarme como MC Gregor. Vámonos a tomar una cerveza. Mc Gregor es un gran lector, lo sabía y lo deduje cuando cito con entusiasmo a tres escriotores venezolanos. yo he leído más -¡novela!- que todos vosotros los escritores. ¿Cuántos libros tienes? unos 2.000 pero todos leídos y muchos, más de una vez. Bueno, yo tendré más de 8.000 pero de todo, y no leídos. Desde luego que conoce, es apasionado, colecciona primeras ediciones, rastrea las librerías de viejo. Y es simpatiquísmo y divertido. Llega Kaménev, cada vez más burgues liberal, hablamos de literatura y me los paso de maravilla con ellos. Disfruté mucho. Qué a gusto estoy con canarios, yo también soy algo. Antes he despachado a mi hermano, te estás aburriendo ¿verdad?, bien, pues coge el ferrocarril y bájate a la capital muerta, que yo no te voy a llevar, so listo. Y cómo lo sabe se va. Un rato genial con los dos, yo pongo el punto vasco con el camarero.
A Mc Gregor le tuve que decir dos veces: eres la única persona con la que trato, totalmente afín ideológica y políticamente. Fue comunista y abogado laboralista.
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