Bertín para mi era un señorito jerezano franquista que cantaba cursi, pijo etc, la letanía de descalificaciones de gente como yo de entonces. Le vi con la venezolana Ivonne Reyes, de mucho sex appeal, en un programa muy erótico. Más tarde descubrí que Bertín era un tipo muy simpático, divertido, cachondo, educado, pero además que no era correcto, ni era nada fácil al plegamiento, sino que plantaba cara a la caspa autentica (la izquierdista); que había visto fracasar su carrera de cantante aunque siempre la ha reivindicado, pero se había adaptado a ser presentador, a hacer teatro e incluso empresario. Un tipo muy natural, que inspira confianza. Luego tuvo la desgracia de tener un hijo con una enorme minusvalía y ha sabido estar como nadie (él y su mujer), ya ejemplarmente, a la altura de la vida cuando llega muy cruzada.
Carmen Martínez Bordiú me gustaba mucho cuando era jovencita y estaba con el viejo maestro verde, se supone que Rossi, que resultaba bastante perturbador. Luego vi a él declinar y arrugarse y a ella emprender nuevos vuelos, con muchas acrobacias poniendo al mundo por montera. Dado el aburrimiento escalofriante del personal, que salga alguien así es refrescante cuando menos.
Ayer, en la tele y en una casa magnífica (en la de ella), ¡menudos muebles! Carmen estuvo tan natural como es, practicante del vitalismo existencial. Solo busca el hedonismo que para ella es vivir, vivir como vive de bien, claro. Una filosofía mejor igual que otras, pero fácil. Por eso, como la duquesa de Alba, la llevan quienes pueden. Las grandes tragedias que ha tenido la desgracia de sufrir, las toreaba con una filosofía del mundo un tanto campestre y natural (campo de metáforas: todas de la naturaleza), parecía sobrevolar por la vida aferrándose solo a lo placentero. XY lo resumió: carece de todo sentido trágico de la vida.
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