Encontré este video y logré entender, no sin dificultades, lo que decía. Como estoy muy alejado de lo que dije actualmente , hay ideas que quiero recuperar , no vaya ser que se pierdan, que supondría perder una parte de mi vida. ¿Qué es la vida sino lecturas, intereses por distintos temas o asuntos, y descubrimientos y seducciones a lo largo del tiempo? Siempre se está descubriendo cosas e interesándote por ellas. Mientras veía una y otra vez el video para escribir lo que dije, me invadía la fundada impresión de que estaría aburriendo a todos que tenían que escucharme enfático y lírico/épico, a la espera del inicio del propio acto: la música de Wagner y la conferencia de mi hermano sobre Wagner y el nacionalsocialismo.
Se puede ser admirador de la cultura alemana y de los judíos, creemos no solo en su compatibilidad sino en una intimidad esencial y única. Seguramente quien mejor haya expresado el sentimiento alemán haya sido el judío alemán Henrich Heine, el autor de "Lorelei" que es un canto a las esencias germanas que ni los nazis se atrevieron a destruir, limitándose a convertirlo en apócrifo.
Esta también el filósofo Mendelsohn, el culto a la tierra, a la patria (heimat), al pueblo (volk), lo popular (volkisch), y el el espíritu del pueblo (Volkgeist) y el del tiempo (Zeitgeist).La idea de kultur, de pueblo, comunidad es alemana pero también judía, una natural como genius loci, la otra religioso. En mi caso la parte más sublime, honda y poética de lo alemán lo he presentido a través de los judíos, Heine, Reich Ranicki, en general con los judíos asimilados capaces de sentir el idioma como Paul Celan y la cultura alemana casi hasta el arrebato.
Entre judíos y alemanes hay un parentesco de fondo, los dos han mitificado su tierra hasta hacerla sagrada, la tierra prometida judía entraña un acendrado vínculo espiritual religioso y metafísico para el judaísmo.
En el caso alemán, la Vaterland, es seguramente mas fuerte por carnal, físico, natural y vivo, casi panteísta; si el pueblo judío es el pueblo del libro, como dice el escritor israelí Amos Oz, un pueblo que dialoga constantemente con los textos sagrados, lo alemanes protestantes son el otro pueblo de otro libro, de la biblia luterana y el alemán unificado.
El rollo de la Torá frente a la biblia de la imprenta de Gutenberg. Ser pueblos del libro les confiere un hondura especial y esa hondura espiritual les conducirá a su exacerbación, a los alemanes al pietismo del XVIII y a los judíos al jasidismo del XVIII y XIX. Dos quiebros a la modernidad y proceso de individuación, la acción de cerrar filas.
Dos piedades acendradas, comunitarias, que no monacales, de intensa experiencia personal, casi incapaces de acoger tanta espiritualidad.
Ambas culturas son patriarcales, descendientes de Yahvé. Los alemanes tienen una mitología plena de figuras recias, coléricas dominantes Wotan, Thor, Odin pero no menores que Abraham y Moisés
Coda: más tarde se sabría que los hombres como creadores de los dioses habían transferido a ellos sus atributos, ya ostentados o ansiados.
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