jueves, diciembre 13, 2018

Me he rajado del coloquio internacional

Fui invitado a otro coloquio internacional de escritores y académicos en Smara (Sáhara marroquí) -que conocí en el anterior viaje-, situada  en medio del desierto, ahora con pocas horas de luz y mucho  frío y un lugar indiscutiblemente muy aburrido, mientras que en España todo el mundo está en la calle y de fiesta. Rechacé la invitación –empieza mañana-, no había cerveza ni vino y no pensaba  estar a mi edad tomado té tumbado. No gracias. Tampoco me interesaba verdaderamente –estuve en un coloquio internacional en Abril, estar en dos sin ningún currículo que hacer, es algo perfectamente evitable. Pero sí me dio que pensar. Yo no prescindo de mis pequeños placeres que solo me incumben a mí y no afectan a nadie, aun menos a estas alturas plácidamente invernales de mi vida. Hay un principio de libertad que es que  cada quien haga lo que quiera sin invadir esferas ajenas. He conocidos distintos ambientes y gente muy diversa en mi vida, he estado en bastantes “películas” digámoslo así. Me he movido. Es un gran privilegio que he tenido y que sin ser consciente  plenamente de ello lo busqué. Por lo que  en absoluto acampé o construí mi cabaña en un único círculo, espacio, contexto o territorio (para empezar soy un transterrado), como tantos. No ha sido mi caso en absoluto, yo he cambiado mucho hasta de pasiones, incluso ahora de muy  mayor he tenido la inmensa suerte de pegar un giro a mi vida de 180º literales.
De hecho con 15 años hice los célebres ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, inolvidables, como se sabe de los jesuitas. Conocimiento  empírico. Suficiente. Y no se me antoja que puede ser el té mejor que tomar cervezas  con amigos;   tomar té en todo el mundo es tomar té, algo rígido, insulso a más no poder, de una solemnidad barata e impostada, sin la más mínima repercusión psíquica o sensorial: Prefiero  ir de corro en corro en bares bonitos, reírme, dar curso al ingenio y la alegría con gente cachonda e interesante.
No tengo la menor intención de convertir a nadie  a la cerveza, si no lo descubren por sí mismos no se merecen ninguna "revelación". Me parece muy bien el Té, quizá bastante aburrido, ascético, deslavazado, blando y que tal vez esconda cierto odio al cuerpo y  la vida y rechazo a este mundo terrenal. Sin entrar en las imprescindibles experiencias transgresoras de rebasamiento de límites que puede procurar el alcohol. Una experiencia y conocimiento juvenil al menos, inexcusable. He tratado de ser todo lo hedonista que he podido ser o me han dejado.
Y desde luego si se habla de alianza de civilizaciones, un concepto insulso patrocinado además por Zapatero y Erdogan ¡vaya dos!, lo mínimo exigible es que si uno sale al encuentro del Otro  no  puede poner su caparazón al de enfrente para cubrirlo con él. Yo te dejo vivir como te dé la gana, no te impongo nada, y me da absolutamente igual lo que hagas, yo bendigo pocas cosas, no me obligues ni me vetes nada ¡anda! 
Jamás he visto una escena divertida, simpática con el té por medio, pero sí muchas con el whisky, dudo además que se puedan dar.   Se podría hablar tanto de tantos puntos de vista… Mi último libro confiere importancia al tema del alcohol en los países islámicos. Es algo sobre lo que me gustaría conocer, y más en Marruecos donde es tolerado.
Próximamente noticias



No hay comentarios: