Aquí aparece otra de sus frases. No tener una idea y poder expresarla: eso hace el periodista
El único libro que no he empezado. Conocía a la artista, la obra, y cuando en 1979 estuvimos en Berlín, el años anterior a la caída del Muro, una noche en una perpendicular a Kudamm en una gran villa, que llevaba su nombre, había una fiesta en los jardines.
Creo que con NYC es la ciudad donde he visto mejor arte.
Entramos temerosos a la fiesta, bebimos cerveza y no solo nadie nos paró, sino que los alemanes haciendo gala de su educación y cortesía nos saludaban en cuanto te cruzabas con ellos,
Eran del mundo artístico o sea la aristocracia del espíritu y ¡oh! la élite de la sensibilidad. Tipos/as de extraordinaria propensión a la imbecilidad, con narcisismo de mandril.
Es otro autor muy leído por mí, ahora compró todo lo marroquí que encuentro. De estudiante le detuvieron y tuvo que hacer 19 meses de mili apocalíptica. El caso es que ya llevó leídos a tres autores que pasaron por las cárceles de Marruecos. Estos son los marroquíes que más me gustan, que suelen ser muy cosmopolitas.
Una introducción/panfleto de nostálgicos aderezado de melancolía -siempre el mismo y torpe rollo amañado sobre el totalitarismo del Polisario-, sin ningún nexo con el contenido del libro, que son artículos de canarios sobre Río de Oro
La falta de libros sobre el Sáhara, en lugar de encerrarme en el zulo de los amigos españoles del Polisario, en el que repiten y repiten tres ideas encima falsas o medias verdades, me impulsó a subir y bajar del Sáhara. Descubrí Marruecos, pero también Malí, Níger, Mauritania.
Y otra vez por descartes la historia colonial de España en Marruecos, sobre lo que más hay publicado, y de lo que también compro lo que encuentro.
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