Mis comparecencias aquí languidecen. A veces me doy cuenta de que entre martes y martes no se va a interponer ningún post y reacciono. Antes
trabajaba, estaba en la calle, escribía y atendía el blog, ahora solo escribo,
aunque leo mucho. También es verdad que
la calle daba juego para el blog, como el trabajo y circunstancias. Escribiendo
embellecías la vida, la tuya. Hacías que lo anodino, ramplón, insuficiente y
prosaico tuviera hechuras si no épicas al menos de un mínimo esplendor, que la
escritura confiere con su inmenso poder redentor de la vulgaridad.
Fer decía que yo salía a la calle para poder contarlo en el blog, y era casi así. Quizá debiera quita el casi.
Mejorabas lo que había sido tibio, ordenado y sin relieve. También los coñazos, que de todo había,
básicamente en todo lo tocante al trabajo. La calle me alimentaba. Me refiero a
la calle de la noche, copas, amigos,
encuentros inesperados. Ahora al único sitio que voy los lunes es a Los
Reunidos. Venga gente de fuera, como hace poco los italianos, quedemos para
comer, será siempre allí.
A veces siento que me
apetece salir –cupo de casa casi lleno, pero que nunca termina de llenarse- , dura hasta
que pienso donde podría ir. Imagino la ciudad y sus posibilidades e
inmediatamente me presiento repelido y
se me quitan las ganas.-Según pregona XY, sin embargo yo siempre estoy dispuesto a salir, pero
siempre que eso implique coger un avión.
Y tiene razón porque es así.
Curiosamente tengo más vida privada, si por tal entendemos contactos con el exterior por correos y teléfono que antes no tenía. Y
proyectos. Ahora mismo tengo varios vínculos con el extranjero a la vez,
que jamás tuve. La ciudad se me queda no sé si más pequeña, aburrida o las dos
cosas.
Por fin estoy en los carriles de un nuevo libro, esta vez de
viajes. El viaje por el desierto y Marruecos de un exdiplomático marroquí
residente en Málaga, una joven politóloga colombiana y su seguro servidor. No
es solo el viaje, que también, sino que incluye las conversaciones que tuvimos, las visitas
que hicimos, las experiencias universitarias, la gente conocida tan inmensa en su relieve personal (como Atlas y AntiAtlas juntos), el reencuentro con amigos de Las Palmas y las reflexiones
que suscita siempre la presencia en el lugar de los hechos. Un viaje también
por las ideas y las nuevas reflexiones que deparó.
Aunque el viaje de nuestra vida fuera el que hicimos el año
pasado por Arizona, California y Nevada, llegando a pisar la tierra de nuestros hermanos mexican.
Estuvimos con nuestros hijos, encontrándonos en dos ciudades. Y Fer y yo
vivimos el gozo de conducir por los
desiertos y metrópolis. Es cuando estableces una continuidad con tu juventud,
un hilo mágico que la une e incorpora. Nos lo debíamos, simplemente. No la
historia de uno solo sino de los cuatro cuando éramos jóvenes y ya apuntábamos
maneras.
Los libros están
rondando una vez publicado el anterior o no, o simplemente imaginas que escribirás sobre un tema. Nunca pensé que al
primer libro del Sáhara seguiría otro y más después. Otra cosa es que aunque
hayas empezado a escribir, todavía no te sientas en ello. Pero hay un momento
que es cuando ya sabes que estás. Por ejemplo ahora, y todo se va aclarando, sabes
cómo lo vas hacer, porque en la escritura hecha, ésta ya empieza a ajustarse a
la idea más plausible, que sobrevolaba difusa.
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