Es uno de los autores
del que habré leído 20 libros. Este julio es muy especial, porque tenemos
entre nosotros ocasionalmente a amigos y fija a una alemana, con la que estamos encantados.
Nos ha cambiado la vida y hemos acrecentado el conocimiento de los alemanes, es
muy inteligente, culta y sonriente, y equivale a meses de turismo por Alemania.
No "vemos" alemanes, sino que los interrogamos y los escuchamos. Conocemos el
interior de Alemania. Lo velado para el mero visitante. Es de la única persona de la que he comentado,
me da, que van a permanecer vínculos.
Nos va a costar acostumbrarnos a estar sin ella. Pero hay reemplazo.
Bueno, todo para decir -mi capacidad perifrástica o de
digresiones es casi infinita- que “J” me regaló un libro de Patrick Süskind y en uno de su relatos, Amnesia in litteris cuenta los libros que lee
para luego no recordar nada o casi nada. Lo que tranquiliza una barbaridad. Relata
como de un libro de 1.000 páginas en dos
tomos, ("de Dostoyevski. HUM"), solo
recuerda que se desarrolla en el XIX y que alguien se suicida. Es genial. Eso
se llama memoria. Ya me gustaría sacar tanto partido de 1.000 páginas, sería un
profesor adjunto seguramente.
Pretendía decir, y así justifico mis rodeos y circunloquios,
que creía que eso era lo que yo recordaba más o menos de Octavio Paz. Pues no es del todo así.
Cuanto más lees de uno menos recuerdas, todo se acumula, se solapa y finalmente
se disuelve. Tal vez se diluya porque
has asimilado su contenido. Espero, porque si no sería para dejar de leer. Digo
yo que quedas imbuido de su espíritu, de
su pulso, de su cosmovisión y psicología. Sabes (presientes) sus puntos de
vista ante la vida y su propio mundo.
He terminado de leer Poesía
y Revolución sobre O. Paz del escritor Enrique Krauze, mejicano también y un intelectual al que admiro mucho. Gracias a Paz
viví la mirada oriental, el pensamiento esotérico y gnóstico como reinos
tanto de la poesía como del saber. Una realidad literaria hermosa más que
cierta. Nadie me ha hecho conocer como Paz la base también en la que funda la poesía: las ideas de correspondencia, homología, paradoja… que son
palabras que ama.
O el poder de la poesía de
significación y de construir realidades subjetivas que son cósmicas para la intimidad del espíritu, porque rigen el
mundo. Lo diría Paz, el poeta, no yo.
Pero también la
incandescente pasión crítica, la
idea de comunicación versus comunión. También aprendí a escribir mejor, a
decirlo a su manera algunas cosas, a expresar ideas o conceptos de forma
literaria, poder sustituirlos o pulirlos con adjetivos hermosos y metáforas.
Su denodada pasión crítica le llevó a desprenderse de su enquistado marxismo y exculpación de
esa ideología, a favor de la libertad y la democracia formal, que fue otro licor que degusté, y me hizo sentirme alineado con otra
personalidad que admiraba, porque lo que era el entorno era para echar a
correr.
De no haber leído a Paz, hubiera tenido una visión del
mundo mucho más pobre, él me amplió mi
horizonte de comprensión, pero también de expresión, y para siempre me quedó aquel rumor de fondo, del
mar tan suyo.
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