domingo, julio 27, 2014

Porqué amo a Octavio Paz

Es uno de los  autores del que habré leído  20 libros. Este julio es muy especial, porque tenemos entre nosotros ocasionalmente  a amigos y fija a una alemana, con la que estamos encantados. Nos ha cambiado la vida y hemos acrecentado el conocimiento de los alemanes, es muy inteligente, culta y sonriente, y equivale a meses de turismo por Alemania. No "vemos" alemanes, sino que los interrogamos y los escuchamos. Conocemos el interior de Alemania. Lo velado para el mero visitante.  Es de la única persona de la que he comentado, me da, que van a permanecer  vínculos. Nos va a costar acostumbrarnos a estar sin ella. Pero hay reemplazo.
Bueno, todo para decir -mi capacidad perifrástica o de digresiones es casi infinita- que “J” me regaló un libro de Patrick Süskind  y en uno de su relatos, Amnesia  in litteris cuenta los libros que lee para luego no recordar nada o casi nada. Lo que tranquiliza una barbaridad. Relata como de un libro de 1.000 páginas  en dos tomos, ("de Dostoyevski. HUM"), solo recuerda que se desarrolla en el XIX y que alguien se suicida. Es genial. Eso se llama memoria. Ya me gustaría sacar tanto partido de 1.000 páginas, sería un profesor adjunto seguramente.
Pretendía decir, y así justifico mis rodeos y circunloquios, que creía que  eso era lo que yo  recordaba más o menos  de Octavio Paz. Pues no es del todo así. Cuanto más lees de uno menos recuerdas, todo se acumula, se solapa y finalmente se disuelve.  Tal vez se diluya porque has asimilado su contenido. Espero, porque si no sería para dejar de leer. Digo yo que quedas imbuido  de su espíritu, de su pulso, de su cosmovisión y psicología. Sabes (presientes) sus puntos de vista ante la vida y su propio mundo.
He terminado de leer Poesía y Revolución sobre O. Paz del  escritor  Enrique Krauze, mejicano también y un  intelectual al que admiro mucho. Gracias a Paz viví la mirada oriental, el pensamiento esotérico y gnóstico como reinos tanto de la poesía como del saber. Una realidad literaria hermosa más que cierta. Nadie me ha hecho conocer como Paz  la base también en la que funda la poesía:  las ideas de  correspondencia, homología, paradoja… que son palabras que ama.
O el poder de la poesía de  significación y de construir realidades subjetivas que son cósmicas  para la intimidad del espíritu, porque rigen el mundo. Lo diría Paz, el poeta, no yo.
Pero también la incandescente  pasión crítica, la idea de comunicación versus comunión. También aprendí a escribir mejor, a decirlo a su manera algunas cosas, a expresar ideas o conceptos de forma literaria, poder sustituirlos o pulirlos  con adjetivos hermosos y metáforas.
Su denodada pasión crítica  le llevó a desprenderse de su enquistado marxismo y exculpación de esa ideología, a favor de la libertad y la democracia formal,  que fue otro licor  que degusté, y me hizo sentirme alineado con otra personalidad que admiraba, porque lo que era el entorno era para echar a correr.
De no haber leído a Paz, hubiera  tenido una visión del mundo  mucho más pobre, él me amplió mi horizonte de comprensión, pero también de expresión, y para siempre me quedó aquel rumor de fondo, del mar tan suyo.

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