En un organismo público, con un conocido simpático. Como la conversa va por donde va, me apresto a aclarar y enfatizo “lo digo porque soy un facha”. Como sabe que por mucho que me declare, tampoco encajo en ello -¡dónde encajo yo realmente, si eso ocurriera!-, me dice que “está con los débiles” y como hispano muy original y atractivo me cita a los saharauis y palestinos. Obviamente, no es por lo que haya podido leer o estudiar sobre el tema. Es algo de lo que te libra “estar con los débiles”.
Da la casualidad matemática que suelen “estar con los débiles” los que siempre están con los fuertes, los que en todos los ámbitos en que actúan o se manifiestan están en absoluta mayoría. Este es un sindicalista que en su barrio, en los bares de ocio de La Laguna, en los juzgados, en ese organismo en que estamos, en las manifestaciones asiduas, en todos sus mundos de la vida sin una sola excepción, siempre está con los fuertes, con los que llevan la voz cantante y dominan, pero así toda su vida, los que nunca han desafiado a nada, jamás han arriesgado ni con una opinión, ni nunca se han sentido solos, y también se han abstenido de ir un solo día a contracorriente, y si alguno ha disentido era amigo.
Anteayer en casa hablaba con nuestros invitados. Él me decía que yo era un espíritu libre y que nunca buscaba beneficio de nada. Nunca me he pensado como espíritu libre, y lo segundo es otra carencia más, yo creo que para mi desgracia me muevo más a ras de alma que espíritu, que es mucho peor. Jamás he arriesgado mucho aunque pueda ser que algo sí por mis ideas. Siempre he sabido los tabús que demolía cada vez que daba un paso más en mis ideas minoritarias –de eso se tiene conciencia muy vívida-, ideas muy débiles en mi mundo, incluso me encontraba entre los de extrema debilidad, por muy fuertes que lo sean en Nueva York, Tel-Aviv o Casablanca –que incluso son lugares más interesantes que Gaza o Tinduf, admirables y sinceras almas bellas-, pero que a mí no me tocan. Y eso supondría hablar de ideas, cuando al progre lo único que le basta es lucirse de moral, lo que no pasa de ser una estética, expresión otra vez masiva. Un progre jamás te va a entrar por las ideas, por lo menos desde mi época, sino por una afectación y una parodia.
El sindicalista lleva su vida “estando con los débiles” pero entre los fuertes con mayoría absoluta desde que nació, y yo estoy con los fuertes pero en el campo de los débiles, que podría ser comparativamente un poco más interesante.
Si hablamos de "estar" y de experiencia tenemos que referirnos a nuestra circunstancia, espacio, ambiente… pero no conozco a ningún progre que no haga trampas.
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