Podía hacer una tipología de humanos que van al Parra, al de
la lado y al de enfrente, es decir de los que ocupan el callejón en variados
esparcimientos. El lunes hicimos lo que
nunca, sentarnos en una mesa de fuera. Estábamos Fer, XY, mi hermano, Yael y yo
hablando a favor de Israel y en contra de Hamás, sin gritar, ni de hacer por
que te oyeran los de al lado.
Al otro lado de la puerta se sentaba una pareja cincuentona, ella
obesa y él calvo de barbas, sandalias y cómodos
pantalones. Éste de repente se levantó
muy airado, profiriendo imprecaciones y quejándose de manera muy teatral, que
interpreté era por nosotros. Se fue a las mesas del bar de enfrente, del que dicen estrella Michelin en
gastronomía local. A ese bar, van viejas glorias de izquierda, se trata de
clase media o clases populares con oficios más que carreras, algún pequeño
comerciante, dependientes…, muy enraizadas en lo local y devoción a todo lo que sea
popular.El otro sector de izquierda de Santa Cruz lo forma una clase media de funcionarios, profesionales y empresarios, que buscan las conexiones por arriba, por la clase media acomodada; clasistas, amigos de genealogías, clubs privados, buenos colegios y provincianos (gustan llamarse más, progresistas), y que se abstienen de frecuentar a las clases populares ni lo popular, salvo cuando en las romerías, con sus pares de la derecha, visten de magos-alta confección.
Pues bien, nuestro iracundo amigo fue al campamento izquierdista, como si fuera a la esquina del ring, regresó al poco y dirigiéndose a nosotros “me cago en los judíos, en cago en los israelitas…” y otra serie de insultos de una agresividad que debiera mirársela.
Literalmente salté y apartando sillas y a grito pelado fui contra él “no provoques, no se te ocurra volver hacerlo, tú a mí no me conoces…” Me vi invadido por una furia bíblica, estaba dispuesto a machacarlo, como pocas veces me ha ocurrido en mi vida (2 ó 3). XY me diría,“estaba convencida de que le ibas a dar. Si nos levantamos Fer y Yo a separar, entra más gente, y se organiza”. Para eso estaba el del bar que se interpuso. Constaté inequívocas miradas de hostilidad alrededor, e imaginé que llegaría la policía, pero antes, muy amilanado, tal vez un poco humillado, mi contrincante contaría con aliados que saldrían en su ayuda. Pero nadie se movió –además son cobardes- en ese callejón de Gaza, como dijo Fer. Mi hermano les dijo que era judío. Desaparecieron, pero hicieron algún tímido intento de recuperar el honor perdido, ella volvió: “qué son ¿una raza, una religión…? ¡Venga márchate de aquí, FUERA…!”
Según Yael ha comprobado que en relación a la anterior escalada en Gaza, que los ataques ahora son directamente contra los judíos en cuanto tales, sin subterfugios, como Antonio Gala al que se le ha puesto una querella por racista, o un hastag en Twitter donde pone Holocausto para los judíos o algo igual de bestia. Que al menos la sutileza, esa egregia construcción de separar antisionista de antisemita ya ha caído como obviamente había de ocurrir. Se ha perdido el decoroso acotamiento tan correcto que había con antisionismo.
XY se quería ir, Yael que a ella no le echaban de ninguna calle, XY indignada por cómo dan por supuesto lo que se tiene que pensar, y ese paroxismo que solo desata Israel, y no cientos de miles de mujeres que se les está haciendo la ablación y no muy quirúrgicamente en Irak. HOY. Ablación hasta los 49 años, pero no es de judíos.
De madrugada, en la cocina, mascullé “La Alemania nazi tendría que ser igual”.
Próximo corolario.