Si ya estaba en un entuerto, tras lo escrito por Anghel en su blog Nación Canaria, lo estoy aún mucho más. No soy ningún crítico literario, de igual forma que tampoco soy biólogo marino, y muchísimo menos para la ocasión que dice Ánghel. Lo que es un disparate máximo. Me he permitido abordar hechos literarios en unas pocas ocasiones, lo que no me convierte, de ninguna manera, en crítico literario. En general me atraen las ideas, y su crítica, y contadas veces me he sentido con ideas literarias respecto a un autor. Un crítico porta el instrumental para cada momento y autor, y suele estar muy informado. En absoluto es ese mi caso. Aunque hojeo los suplementos literarios de ABC y El País todos los sábados, luego, salvo que tenga un interés muy especial, nunca compro los libros glosados, de prosa y poesía igual una vez al año por hacer caso a los críticos. De la literatura hay muchísimas cosas que no me gustan, seguramente más que las que me gustan. Como de la cultura, son más las cosas que me disgustan o me dejan frio que las que me gustan. Por ejemplo, jamás entro en blogs literarios, que cuanto más ambiciosos se pretendan mayor será mi rechazo. Asunto distinto es que siga y disfrute con blogs que contienen literatura, que son literatura, cual es el caso del de Jesús Castellano (Ánghel en cambio alquila el suyo para sacarse un dinerillo), que son páginas de un libro. No encarguitos literarios para la clásica web ornamentada con plomo.
De literatura leo lo justo. Desde luego no leo nada para estar informado. Busco autores que no conozco, y que puedan sorprenderme, guiándome por la pinta que me da el conjunto. Tenemos demasiada información de casi todos, es decir, demasiados datos. Por tanto puede haber radiofonistas y periodistas de éxito de los que no me gusta nada de lo que hacen, luego es imposible que les lea cuando se pasan a la prosa. Decía uno en la radio (un fan de lo denotado simple) que no se podía hablar sin haber leído, una frase de premio Nobel (de química orgánica), por tanto una verdad como aquella de que si llueve te mojas. Desde el momento que se puede razonar lo contrario, sí se puede hablar, como de los personajes Septenbrini y Natorp sin haber leído la Montaña mágica.
La última vez que le comenté al propalador de falsedades sobre mí, Anghel, sobre mi función en la tertulia de la librería del Cabildo del próximo jueves, dedicarme a exaltarle como editor obviamente, me dijo que como la gente no sabe de nuestra amistad, convenía meter alguien con reputación de repulsivo y reprobable. Lo que me tranquilizó.
Así las cosas, me introduciré en la dimensión mediática –literaria- cultural del G-21 de la mano de Heidegger y Chillida.
1 comentario:
Magnífico blog el de Jesús Castellano. Yo también lo sigo.
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