jueves, septiembre 03, 2015

Los amigos y el inconsciente

Nuestro Amado Líder,  dirigente de Termini y factor estructurante del Comando Cádiz.
La localización constituye un arcano  cargado de simbolismo, aunque no para los iniciados de la segunda organización y presenta rotundas semejanzas con  el eje de este blog.
 El inconsciente parece  correr la misma suerte que   la aparente destitución del psicoanálisis:  la palabra, el relato parece reemplazado  por la farmacopea, como lo cultural por lo biológico, o lo exógeno por lo endógeno (pero aun así el inconsciente sigue sin aparecer).
El psicoanálisis tuvo o sigue teniendo aplicación en la neurosis, que no llega al rango de enfermedad mental, y que significa el predominio e influencia de lo imaginario sobre lo real. Pero el sujeto sabe discernir en todo momento lo imaginario de lo real. Es casi una preferencia por la felicidad. Algo de lo que no está llena la vida, he ahí el problema. Estoy persuadido de que el éxito del psicoanálisis radica en su fracaso. Cuando las esperanzas puestas en otra aventura se revelan baldías, es cuando se  marcan los límites de tu vida, la propia asunción.
Sin embargo el inconsciente sigue inalterable, no ha admitido ningún tipo de relegación y se manifiesta como lo ha hecho siempre: sueños, lapsus linguae, gestos, acciones sintomáticas del deseo…
El otro día tuve un sueño muy marcado. Bilbao tenía una zona muy moderna, parecía una parte del canal de Chicago por su grandiosidad y no entendía que no conociera esa calle y zona. Bilbao tiene para mí una configuración específica e irreal lógicamente en sueños, pero no esta vez.  Luego me encuentro con Napo en un bar de Mundaka (lo identifico plenamente), que fue el primer amigo que perdí con 40 años, estaba muy gordo de  toda la vida y  tenía un brazo muy pequeño de nacimiento. Me produce una alegría infinita, auténtico alborozo, encontrarme con él y lo empiezo a  abrazar sin parar, de satisfacción. Su imagen es  absolutamente nítida y no ha envejecido. Pero no me reconoce y me mira con extrañeza. Lo que me produce gran perplejidad. Me despierto. Estaba como cuando murió, me digo, ¡qué imagen más vívida!
Hace unos días una amiga, la mujer de un grandísimo ex amigo mío, llamó a XY, a unos amigos de Madrid les pidió el teléfono (Ex Mundaka también),  porque quería retomar la relación con nosotros, 14 años más tarde.  Esto debe ser el desencadenante del sueño, la asociación derivada. Este amigo, compañero de muchas aventuras, incluso hazañas  y de risas, siempre riéndonos,  también era de nuestra cuadrilla, con el que rompí por motivos políticos sin nada personal que interviniera. Le hice un desprecio claro  a cuenta de eso y el me pagó con la misma moneda, pasas, pues yo también. Bastó el acto. Lo que yo siempre valoré en él. Hizo lo que correspondía, lo que hubiera hecho yo.  Eso me gusta de los vascos, no se andan con tonterías y van de frente siempre, no como en otros sitios. Me acaban de hablar de alguien que esperaba que no le llamara a un juicio de testigo, sabía que no lo haría (no somos cualquiera), aun  siendo totalmente  decisiva, pero ni me llamó para preguntarme por mi situación.

 



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