miércoles, septiembre 23, 2015

Adecentada la fachada de este blog

Esto va en serio, mi admirado Romeo Santos, que ya ha estado en este blog varias veces con Don Omar. Más de 177 millones de visionados
Pudiera ser que en próximas fechas fuera buscado por desconocidos, y no quiero causar una impresión excesivamente pobre de mí, por lo que he adecentado la fachada. Supongo, bueno no supongo sino que lo hubiera hecho de igual forma: acometer añadidos, de no mediar sorpresas (para otros que no soy yo).
Nunca pensé que fuera a tener estas recompensas que figuran en la fachada. Es gracioso. Mi vida resulta lacaniana, por el triunfo del deseo recóndito, no de metas u objetivos sino de una personalidad que siempre fue muy difusa, entre otras cosas por falta de autoestima pero que siempre latió como deseo hondo. La gente se identifica con algo o alguien, yo no, pero entre nebulosas aparece ahora, ya hace unos años, la persona con la que me identificaba, que al parecer era  yo, antes gaseoso, sin apenas contornos, oscuro, informe, solo reconocible por algunos latidos balbucientes, casi espasmódicos. De cosas claras, ninguna absolutamente.
De adolescente me revolvía en la cama intranquilo, y me despertaba, me daba miedo ser detenido y torturado y pasara años en la cárcel. Quería ser terrorista y morir por Euskadi cuanto antes, ser un héroe, bueno un mártir, que es más. Yo mismo me calentaba. Por cualquier vía no llegaría a viejo.
Siempre pensé que la vida era un asunto de la vida y no mío, que era algo fatal y que no había que hacer nada. Te daba profesión, trabajo, coche y electrodomésticos, mujer, hijos, suegros... tanto quisieras como no quisieras. Ese era el modelo, y como yo carecía de algo que siquiera se aproximase, pues creía que el general también se me impondría a mí. Era un materialista determinista y fatalista.
Ahora me veo de joven y me veo muy bien, me ha cambiado la imagen que tenía de mí, presidida por una especie de auto odio, que resulta que es superprogre en relación a su identidad colectiva y cultural. Les gustaría ser senegaleses o sobre todo argentinos. Cuanto más mayor me hacía más deliraba. Puestos a delirar, quise ser pintor, todo radicaba en realidad en no hacer nada, sobre todo nada práctico. Ahí mi incompatibilidad es siquiátrica. Fue una fase extemporánea y muy compulsiva ¡lo que llegué a pintar! que tiene como único equivalente, doble, correspondencia, simetría, analogía  la fase masturbatoria enloquecida de la pubertad. Algo idéntico y compulsivo pero sin placer, y cuando amagaba era dudoso, inseguro, desmochado.  De lo más anormal en mí ha sido que nunca ha representado nada el dinero para mí. Lo verdaderamente evidente de ser joven era no tener dinero. Mis amigos que recién casaban  me daban verdadera grima.  Y había que elegir. ¿Irresponsable? Eso me decía mi madre como una letanía, ¡que pesadita la pobre! Mi padre me da que era no de la misma opinión, sino de muchísima peor, pero como no nos hablábamos...  


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