Hoy quería leer, algo que no puedo hacer a diario y he tenido que permanecer encerrado en mi último libro sobre el Sáhara corrigiéndolo todo el día. A este paso voy a tardar más en corregirlo que en escribirlo. Ignoro como el prologuista pudo acometer el prólogo, ni E. hacerme las observaciones que me hizo cuando les envié el manuscrito sin haberlo pasado a papel, es decir sin tener una visión espacial ordenada y amplía que sofocara el akelarre contra la sintaxis, ortografía, semántica, forma...y demás rebuznos que soy muy capaz de perpetrar.
He pasado dos horas de la mañana en el estudio de escritura corrigiendo, estaba tan hermosa la bahía, el verde que salpica el frente y el azul envolvente, que me he prometido escribir un tercer libro sobre el Sáhara. Mi estudio, la mar oceána y el frente en que adivino el Sáhara me inducen a no abandonar el tema. Es la primera vez que ya tengo nombre sin saber de que voy a escribir, que siempre me sale. Nombre en inglés. Todo sea que por tener nombre me quede sin contenido.
El rapsoda rapero
Hay semanas que aparte de trabajar de manera absorbente, tengo una ruta de ocio alterno: lunes Nokia, miércóles Rapsoda y viernes Términi, como si fuera el clásico madrileño de Chamberí muy sociable, muy de barrio, muy ponderado.
Al Rapsoda le digo "no bebas mucho, que te ahogas antes de emborracharte", para que se ría el del bar con mi gracejo y el propio Rapsoda, con su risa de castor.
Alex, que es su nombre civil va a sacar su segundo poemario (una palabra estulta que aborrezco, pero que la dejo) y yo soy el custodio y oráculo de su obra.
Voy a hacer una selección previa, es decir poda, luego ya con él haremos las corecciones pertinentes, en las que por supuesto siempre me impondré, hasta que su prosa poética reluzca como el zafiro. A la par y por las fechas tomaremos polvorones con champán a media tarde para que las palabras fluyan espirituosas, como las burbujas que levitan dentro de las esmeraldas.
Le prologaré, he puesto como condición.
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