Por lo que la voy a sacar. Para empezar, uno o dos días antes en dos web, de los que yo valoro por su nivel –hay niveles y niveles, lo siento, e incluso desniveles- El Sáhara como metarrelato era englobado entre los 5 libros del año, algunos en inglés, por Jesús Pérez Triana (un blog especializado de proyección y prestigio internacional) y en un blog sobre el Sáhara de Argentina, en los dos del año estaba mi libro, entre nombres de primer nivel. Lo que dando a dos teclas abajo se puede comprobar in situ. A mí no me interesa cualquier dictamen. Seamos coherentes con mi erudita arrogancia. La verdad es que este tipo de asertos me imbuyen de mayor fraternidad hacía mi hermano.
Le dediqué el libro Línea líquida a Pepe Rivero, pretendía una reseña con su característica construcción esforzada (una empresa titánica el mero decir) del idioma, que le es propio. Le ha faltado tacto. Solamente quería una reseña, no conocer sus reacciones y relaciones ante el hecho literario, menos que me atribuya o me sitúe en relación a sus ideas culturales o literarias, quizá porque de él eso apenas me interese. Yo le considero como escritor, ya que es de enorme singularidad la geometría de su literatura. Desde el punto de vista cultural, quizá como tantos otros (no hay muchos Gaviños por desgracia y menos tan divertidos), pudiera ser que mi interés fuera bastante menor. Intelectualmente –ese extendido arcano para mucha jovialidad acampada- me interesa y disfruto mucho con mi hermano, y nunca me fijo alrededor.
Aunque Pepe es halagador en bastantes tramos, discrepo cuando en relación a concepciones o valoraciones que realiza sobre la literatura, para así él salvarse en su islote de incomprensión general, y olvidando que he sido yo el único que lo ha sabido defender, me coloque en unos diagramas ininteligibles por prejuiciosos, timoratos y completamente desenfocados. Que diga (indignó a mi hermano) que yo busco adaptarme a la norma imperante, es una difamación que nadie que me conoce creería. No sabía yo que él mismo fuera norma imperante. Al parecer tampoco se ha leído el libro que escribí sobre él, y sobre mis planteamientos literarios. En mi vida he pisado muchos charcos, ¡y los que me quedan!, y Pepe, me da, que muy pocos, aunque de su reseña pudiera pensarse lo contrario.
Me gusta aprovechar las oportunidades, tras esta entrada publicaré otro día la reseña de José Rivero Vivas, y luego la comentaré no mucho más. Mi libro se aguanta solo, y es la antítesis de sus escritura. Pepe me ensalza pero lo elude: no ha entendido nada, dicen todos. En realidad y este es un nuevo aporte mío a la personalidad de Pepe: en mi libro se ha leído él. Algo que podría demostrar incluso. Lo que no llevo bien es que me coloquen en posiciones interesadas en relación a los prejuicios o ensoñaciones del otro. Yo discuto las ideas –al fin y al cabo son ideas- de Pepe y de otros, y así me adentro en un tema que pienso tocar: la literatura y la cultura en Canarias.
Gracias a Pepe ya he empezado a escribir sobre mis contactos con la alta cultura local en los 80.
Sin ánimo de molestar a amigos y enemigos, Línea líquida figura en 10 librerías de todostuslibros en estos momentos. Es que como viene a cuento...
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