La exposición de Basquiat en la Barbican, que visitamos en Navidades en Londres
El otro día me llamó mi
amigo el Rapsoda (Rapsi), que a ver cómo estaba. Muy bien, cómo había de
estar, por… Porque había leído en el
blogged que no salía de casa. Sí pero es una suerte, no tengo a
donde ni a qué ir. No hay absolutamente
nada. Yo lo que quiero es viajar no
bajar a la ciudad, mi hermano se pasa
toda la mañana en el instituto, con alguno con el que me apetecería quedar no
sale o no sé de sus ocupaciones. Tampoco la ciudad es Londres o Sevilla. Sigo
sin verle la gracia. En realidad es mortalmente anodina y aburrida. Me dijo Fer
de ir a andar a las Teresitas. Tú estás loco, cómo voy a ir, no tengo tiempo
que perder. Tampoco hay actos o eventos
que me puedan interesar. Exactamente ninguno, desde hace ya muchos años. En
Londres mis hijos hicieron una reservación
desde EE.UU. para ver a Basquiat, pero era Basquiat en la Barbican.
No he tenido en mi vida tantos proyectos como ahora.
Verdaderamente estimulantes y variados. El foro internacional de Marruecos se
ha adelantado a comienzos de abril, van dos grandes amigos míos de Las Palmas a
Marruecos. Es muy posible que conozca El Aaiún, y merezco conocerlo.
Mi libro ya ha llegado maquetado para revisión. Siempre hace
ilusión, porque ya se ve. Además circula, y también va a ser traducido al árabe
y francés. Estoy en algo que me producirá una enorme satisfacción. Espero
entrar en otra gran institución. Si no
se me veta, uno nunca sabe dónde están apostados sus enemigos de clase. Yo no
sé nada de ellos, pero a mí me pueden leer.
Algo hemos hecho, me llega una propuesta desde Las Palmas.
No se puede decir que me haya pasado la vida de chirigota como en Cádiz, de
bares y divertimentos, que también y muchísimo. Siempre de servicio. Hace dos
lunes en Los Reunidos al final me pusieron la canción de reaggeton sin avisar e
inmediatamente vi a mis pies iniciarse en movimientos imprevistos que
contagiaron a las piernas, de donde pasaron
al resto del cuerpo. Bueno, a mi edad hago eso y más cosas, liberado por
completo de mi vida anterior, de aquella pesadilla infame.
Mi hermano también traspasó la frontera y cambió de país.
Sin concierto previo nos encontramos allende la frontera, en tierra de
promisión, en tiempos bíblicos, en tiempos primordiales. Él pasándolo en
grande. Hoy sin ir más lejos nueva fiesta de los profesores, me manda
documentos. Bueno, en realidad a todos, porque ahora va armado de guasap y
ametralla. Necesitaba un canal propio
para su humorismo y creatividad.
Hay que estar receptivo a las donaciones de la vida, y a sus
mutaciones, y agradecidos.
Hay otra ilusión, vivida como personal, es la casa que han
comprado mis hijos en Washington, recién mudados. Obras y pintores
salvadoreños. ¡Cuánto habría conversado con ellos, les hubiera invitado a unas
cervezas, muy gustoso, hermanos! La casa no está ubicada en ningún lugar dantesco. A 25 minutos caminando de la
Casa Blanca. Tiene dos pisos y un sótano que da al jardín donde hay un
apartamento con todo, por si te hostilizas con el resto. No sé si ahora puedo
decir que tengo casa en Washington o casas. Me gusta un poquito más que esta
ciudad de donde escribo, y su calle, su ambiente también otro poquito más. Es
más distinguida.
Todo lo que me está pasando ocurre sin salir de casa, Rapsi.
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