He estado una hora hablando con Guinea Ecuatorial. No entiende que no se sepa nada de nuestra excolonia en España, que es
el único país de África que tiene el español como idioma oficial.
Mi españolidad que ha dejado muchísimo que desear –fui una
especie de catalán de primerísima hora-, vio afortunadamente subvertida esa desafección por el idioma. Me parecía
algo inmenso que gente de tan lejos y con acentos y de razas distintas hablara
español, cosa que ha ido a más. Me siento absolutamente vinculado a los hispano
hablantes, de una manera consciente, que
saboreo, y muy empática. Todos, en todos
los sitios, me llaman la atención y me gusta escucharles y preguntarles para
seguir escuchándolos. Como si fueran parientes lejanos míos, que me ocurre literalmente. Me
sale toda la amabilidad y atención.
La globalización, entre otras cosas, consiste en que las
formas de vida se universalicen en el consumo, ocio, producción… pero no en las
formas de socialización, familia y ethos culturales que se contraen a
auténticos bunker, donde el individuo se subsume en la comunidad, precisamente
por esa polarización.
Entre elites cosmopolitas y etnias, las primeras son algo
más interesantes que las segundas, dejando la gama de grises intermedios por
poco significativos a efectos referenciales.
En esta polaridad y tensión no van a ganar las etnias, sino
el mestizaje que no es solo racial. Es cuestión de tiempo. Y otra cosa, la
pulsión, instinto o necesidad colectiva, comunitaria, de socialización no se
circunscribe a las etnias ni culturas, el ser humano desaparecidas todas ellas,
crearía otras nuevas, porque las necesita. La función crea el órgano.
No restrinjamos mucho el mundo al empírico y local. El cosmopolitismo es ahora mucho más intenso,
ya no es cosa de diplomáticos británicos y franceses del XIX.
El viernes llega a Washington donde acudirá un amigo vascongado desde LA, el sábado van a Nueva York: boda, pero con
contacto con A, amigo catalán de París,
que dejó un gran trabajo para hacer un
master. Miércoles viaje a Bogotá, donde espera coincidir con B (el maestro de
ceremonias del Sangeet, para los que fueron
a la boda y leen el blog), que estará por trabajo. Luego le espera la
República Dominicana cada mes, más otra vez Colombia y Argentina antes de que acabe el año.
Mientras tanto nuestra S. va un mes a Irak, afortunadamente al Kurdistán iraquí.
Aparte de cultivar las relaciones de amistad en escenarios y
situaciones insospechadas e imagino, increíblemente gozosas (me conformaba con una milésima parte), trabajan mucho y
hacen que el mundo sea algo mejor, y básicamente tratan de ofrecer sus
conocimientos y capacidad (verdadera, no la que yo he descrito en el último libro) a
los que lo necesitan.
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