domingo, febrero 06, 2011

Un no académico asaltará el templo oficial del pensamiento

Maria Schneider
Aún no hay fecha establecida, pero cada vez son más las voces que dicen querer estar allí y, además de diversos sectores, ya parecen apuntarse hasta libreros. Hablamos de la conferencia que mi hermano pronunciará en la facultad de filosofía sobre Wagner y el nacionalsocialismo. En este caso el interés y la adhesión al acto preceden a la convocatoria.

Todos los que desde ahora están mostrando tanto interés por estar allí, saben que en al acto además del conocimiento riguroso habrán sido convocados la inteligente puesta en escena y la convicción, el ingenio y el sutil sentido del humor (o sea ausencia de la afectación y solemnidad de los insuficientes presuntuosos), la elocuencia chispeante y creativa, la confluencia de saberes, la erudición panorámica y el desparpajo, sin por ello abdicar del rigor, la profundidad, los datos contrastados, las fuentes, la bibliografía.
Un no académico asaltará el templo oficial del pensamiento. Un hecho nada frecuente y en una época en que algunas tribunas se ven tomadas por la estulticia, la mediocridad más penosa y la presunción de los anodinos ambiciosos, resulta que la inteligencia, la preparación, el ingenio y la creatividad resultan reconocidos. Es el baño que precisábamos con urgencia.




El viernes se presentaba en el Ateneo la acreditadísima obra El camarote de la memoria, ahora reeditada, de Agustín Enrique Díaz Pacheco (Goethe) a quien presentaba Sergio Barreto (Hölderlin); como siempre acudí tarde, por lo que le pedí el texto de presentación a Sergio. Me interesa mucho lo que escribe y dice, pese a su juventud radical (biológica).
-Sabes que por fin sale mi primer libro (el libro colectivo en el que participó lo sacamos nosotros, los deT&L).
No es algo que buscase desesperadamente, antes al contrario, no estaba ansioso ni menos voraz por verse incurso en la saturación, más bien reacio. Cómo diríamos, necesitamos con premura unos rudimentos semiológicos y exegéticos mínimamente compartidos.
Pepe, Ramón, Rafa, Jesús, Marcelino, mi hermano y yo acudimos a la Casita azul cielo (un reducto robado a la posmodernidad por el posestalinismo), a donde nos llevó Kamenev.
Por razones solo atribuibles a la edad, abandoné el barco antes de que lo hiciese mi hermano.













1 comentario:

josep antoni pomal i gross dijo...

Retornaremos a la Universitat. Visca su hermano. Saluts cordials.