En recuerdo de AGUSTÍN PADILLA, abogado laboralista
En los últimos días, cuando ya todos sabíamos lo mal que se encontraba Agustín, el interés por él permanecía intacto. ¿Cómo está Agustín? era el santo y seña de sus amigos y compañeros. Agustín aún seguía haciéndonos compartir sentimientos. Durante estos años de durísima lucha contra la enfermedad, a la que plantó cara con un coraje y entereza que a veces nos partía el corazón, nunca decreció el seguimiento que se hizo de su enfermedad. Que sus amigos y compañeros (y compañeros aquí no son solo abogados, sino jueces, graduados sociales y funcionarios) hasta última hora siguieran estando preocupados y entristecidos por él, dice mucho de Agustín pero también de las personas que mantuvieron un interés constante durante todo el doloroso proceso. Hay personas que influyen para lo bueno y sacan lo mejor de los demás y una de éstas ha sido Agustín. En valor de la solidaridad que tanto marcó la vida de Agustín dejaba de ser un concepto retórico al uso del que él pasaba a ser ahora su objeto práctico. Tanto sembrar la solidaridad que ahora, como un pequeño homenaje, le era devuelta a él. Carcomido por la enfermedad todavía, hasta hace poco, era capaz de ir todos los días al bar Maquila para disfrutar de sus amigos, en tertulias a cual más divertida y que uno no debía perderse. En julio pasado cuando los estragos de su enfermedad descomponían su cara, aceptó un picoteo que le dieron sus amigos de Justicia, como correspondía a su coraje y naturalidad. Hay conductas que calan, enseñan, casi se hacen modelos y se admiran. Agustín nos dio también eso, una enseñanza: cómo el ser humano es capaz de conservar en los peores momentos la más alta dignidad, el coraje y, si cabe, un humor extraordinario.
Agustín Padilla había sido una figura amable, natural, bondadosa, inteligente, entregada, con un sentido del humor constante, improvisador de chascarrillos e inventor de chistes, asidua de las Magistraturas de Trabajo primero y después de los Juzgados de lo Social.
Desde que acabó la carrera solo quiso ser abogado laboralista, cuyo ejercicio se lo planteó, de la mano de Alfredo Horas, con la máxima profesionalidad. La ideología de izquierda al estar en la opción, no afectaba al rigor profesional pero si tuvo proyección específica en los ambientes de izquierda de La Laguna, en sus hitos y onomásticas: con Los Amigos de la República (del que fue unos de sus animadores), en los Encuentros con la izquierda… Restos de una izquierda conjurada por un pacto generacional. Izquierda desprovista ya de sectarismo y que antepone la amistad y la solidaridad a las ideas. Unas ideas que antes le llevaron al PUCC y al SOC y finalmente a Intersindical Canaria, en los que tuvo una gran participación.
Agustín Padilla, gran profesional del laboralismo, hizo de su despacho pista de despegue de unos cuantos, hoy, reconocidos juristas, como Andrés Doreste, Pepe Vega, Rafa Abreu y por último su propia hija Laura.
No se movió del lugar elegido en su profesión, ni de sus valores ni del compromiso con los mismos. Fue consecuente con ellos de la manera más bonita: incardinándolos en su vida con total naturalidad, sin proclamas no pedidas ni alharacas.
Será imposible rellenar tu ausencia, Agustín, pero seguirás con nosotros: en el velatorio ya remedábamos tus eventuales comentarios y empezábamos a comportarnos como si fuéramos tú. Entre lágrimas que todavía duran.
En los últimos días, cuando ya todos sabíamos lo mal que se encontraba Agustín, el interés por él permanecía intacto. ¿Cómo está Agustín? era el santo y seña de sus amigos y compañeros. Agustín aún seguía haciéndonos compartir sentimientos. Durante estos años de durísima lucha contra la enfermedad, a la que plantó cara con un coraje y entereza que a veces nos partía el corazón, nunca decreció el seguimiento que se hizo de su enfermedad. Que sus amigos y compañeros (y compañeros aquí no son solo abogados, sino jueces, graduados sociales y funcionarios) hasta última hora siguieran estando preocupados y entristecidos por él, dice mucho de Agustín pero también de las personas que mantuvieron un interés constante durante todo el doloroso proceso. Hay personas que influyen para lo bueno y sacan lo mejor de los demás y una de éstas ha sido Agustín. En valor de la solidaridad que tanto marcó la vida de Agustín dejaba de ser un concepto retórico al uso del que él pasaba a ser ahora su objeto práctico. Tanto sembrar la solidaridad que ahora, como un pequeño homenaje, le era devuelta a él. Carcomido por la enfermedad todavía, hasta hace poco, era capaz de ir todos los días al bar Maquila para disfrutar de sus amigos, en tertulias a cual más divertida y que uno no debía perderse. En julio pasado cuando los estragos de su enfermedad descomponían su cara, aceptó un picoteo que le dieron sus amigos de Justicia, como correspondía a su coraje y naturalidad. Hay conductas que calan, enseñan, casi se hacen modelos y se admiran. Agustín nos dio también eso, una enseñanza: cómo el ser humano es capaz de conservar en los peores momentos la más alta dignidad, el coraje y, si cabe, un humor extraordinario.
Agustín Padilla había sido una figura amable, natural, bondadosa, inteligente, entregada, con un sentido del humor constante, improvisador de chascarrillos e inventor de chistes, asidua de las Magistraturas de Trabajo primero y después de los Juzgados de lo Social.
Desde que acabó la carrera solo quiso ser abogado laboralista, cuyo ejercicio se lo planteó, de la mano de Alfredo Horas, con la máxima profesionalidad. La ideología de izquierda al estar en la opción, no afectaba al rigor profesional pero si tuvo proyección específica en los ambientes de izquierda de La Laguna, en sus hitos y onomásticas: con Los Amigos de la República (del que fue unos de sus animadores), en los Encuentros con la izquierda… Restos de una izquierda conjurada por un pacto generacional. Izquierda desprovista ya de sectarismo y que antepone la amistad y la solidaridad a las ideas. Unas ideas que antes le llevaron al PUCC y al SOC y finalmente a Intersindical Canaria, en los que tuvo una gran participación.
Agustín Padilla, gran profesional del laboralismo, hizo de su despacho pista de despegue de unos cuantos, hoy, reconocidos juristas, como Andrés Doreste, Pepe Vega, Rafa Abreu y por último su propia hija Laura.
No se movió del lugar elegido en su profesión, ni de sus valores ni del compromiso con los mismos. Fue consecuente con ellos de la manera más bonita: incardinándolos en su vida con total naturalidad, sin proclamas no pedidas ni alharacas.
Será imposible rellenar tu ausencia, Agustín, pero seguirás con nosotros: en el velatorio ya remedábamos tus eventuales comentarios y empezábamos a comportarnos como si fuéramos tú. Entre lágrimas que todavía duran.
2 comentarios:
Coraje, entereza, bonhomía, simpatía, lucidez, generosidad ... Agustín era un compendio en sí mismo. Mantendremos viva su memoria.
solo un recuerdo para esta gan persona y abogado tanto yo como mi mujer hemos utilizado sus servicios como abogado en varias ocaciones y siempre con resultado positivo pero lejos de esto el calor humano cuando acudiamos a esa casa de la laguna y esa forma positiva de enfrentarse a los echos nos ha echo sentir su fallecimiento como si de una persona de la familia fuera.un abrazo a Laura su hija y el resto de la familia.
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