jueves, febrero 17, 2011


Las revueltas de Túnez, Egipto, las que sacuden ahora mismo Libia o Bahréin y permanecen larvadas en otros países musulmanes, han puesto en evidencia la condescendía, si no apoyo, de los políticos occidentales hacia esos regímenes. Como siempre, la ciudadanía occidental, el individuo, no existe, nunca es responsable de casi nada. Como los periodistas que ahora imputan a sus gobiernos excesiva condescendencia. Ambos, el ciudadano turista y el periodista tomaban el sol en Túnez y sacaban fotos en Egipto sin ver nunca nada. Jamás se encontraron con un solo derecho humano, ni tampoco lo echaron en falta.


Con sumo gusto pongo el enlace de los convocantes de un acto contra el régimen de Marruecos. Me han emocionado las jóvenes marroquíes que salen a pelo descubierto, como francesas, italianas, chinas, peruanas, mozambiqueñas, japonesas o israelíes.

Al enjambre de la solidaridad, ritualización y puesta en escena español, no sé que les parecerá. Qué dirán del video las más de 400 asociaciones pro saharauis, contando a las muy solidarias administraciones públicas, viendo a esos jóvenes marroquíes tan poco étnicos y globalizados, Imposibles de posar con ellos y hacer pública ostentación de solidaridad en el barrio a la vuelta. Oh, la moral de misa mayor y casino.
La sociedad plural y laica de ciudadanos, con los fines vitales que cualquiera decida darse, del norte de África y Medio oriente que parece emerger y prefigurarse, es radicalmente incompatible con la utilización, arengas a la resistencia, la pureza y al sacrificio extremo que jalean los opulentos ansiosos de misa mayor, turismo solidario al Sáhara no "Sáhara occidental" y lugar, escenografía y causa milenarista con las que no aburrirse mucho. El turismo (y la belleza de su actitud) les ha distraído tanto que no ven nada raro en lo que está ocurriendo por aquellos lares. Entre el vi-de-ó.

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