A través de su formación literaria en el ámbito hispanohablante, Edkhil ha cultivado un conocimiento profundo de la poesía española, no como una influencia que limita, sino como una herramienta que le permite romper con los convencionalismos y dar rienda suelta a su voz única. Su dominio de la versificación es impecable, pero su verdadera fuerza radica en la capacidad de transformar la poesía en un acto de autenticidad absoluta. No necesita adornos ni artificios; su palabra es pura, transparente, y se mueve con la fluidez de un río que, lejos de ser contenido, se desplaza libremente por paisajes inexplorados.
Edkhil es un poeta maduro, sabio, que ha hecho de la poesía un acto de despojamiento. No hay en sus versos promesas de gloria ni llamados a la lucha. Solo hay un hombre que se enfrenta a las preguntas más fundamentales del ser humano con la serenidad de quien ha aprendido a no buscar respuestas, sino a vivir la pregunta misma. Por eso, su poesía tiene la densidad de la experiencia vivida y la ligereza de quien ha alcanzado, quizás, la sabiduría de la aceptación.
Es por todo esto que Bachir Edkhil no solo merece un lugar en la historia de la poesía saharaui, sino que su obra debería ocupar un espacio prominente en las antologías literarias internacionales. Porque su voz es única, porque su mirada trasciende las fronteras físicas y políticas, y porque su poesía se convierte en un faro para aquellos que buscan la verdad más allá de las narrativas impuestas. Edkhil no es solo el poeta de un pueblo, es el poeta de la humanidad, del alma desnuda que habita en todos nosotros.