miércoles, abril 15, 2009

Eduardo Madina, a otra órbita superior

Eduardo Madina perdió una pierna en un atentado de ETA. Ocupaba un cargo en las desoladas juventudes socialistas vascas. Le tocó a él. Muy probablemente hubiera sido durante un tiempo un cargo menor en la burocracia del partido. El atentado como a todas las víctimas también le cambió la vida y además, aunque amputado, había sobrevivido. No empezó para Madina una vida amarga, difícil, de olvidos, soledad, pesimismo y reflexión desalentada. Tampoco merecía que fuera así.



Madina, el representante del pueblo y financiado por el pueblo, descolló pronto: era capaz de interpretar a la perfección los cambios de rumbo de la política de Zapatero y su equipo. Para ejemplo de todos, abanderaba la reconciliación con sus verdugos. Todas las miserias humanas y el dolor profundo, Madina podía superarlas. No era un vendedor de oro encartelado en la Puerta del Sol, era un vendedor de moral y buenos sentimientos, de superación y a la vez de tactismo político. Fundía política de partido (de reunión de comité) y ejemplo. El segundo de las juventudes vacías se vio catapultado a Bruselas de asesor de asesores y técnicos. Allí ensanchó currículo. Las palabras nerviosas y a borbotones confiadas en el guión previo y la instructa, la escasa sintaxis en sus ideas, su emotividad impostada, la argumentación penosa, la afectación de moral política muy superior y sus palabras con entonación a inscripción en mármol, incluso su lacrimosidad tan humilde y visible se mantuvieron. No era un caso raro, era la nueva raza de Pajin, Chacón, Aído, Trinidad Jimenez, José Blanco... del nuevo senado socialista con Zapatero de comandante en jefe. No eran Solana, Eguiagray, Almunia, Aranzadi, Solchaga, Leguina...no eran asimilables, eran la nueva raza.
Tanto perdón, ejemplo, olvido, tanta representación de conductas morales elevadas, no sirvieron para desvirtuar su naturaleza humana con esas características no deseables como son el resentimiento y la agresividad, ni tampoco la sublimación. El natural odio (no político por supuesto) lo desplazó contra el entonces ministro Acebes,  en una joya de la literatura política más babosa. Que aunque intentó borrar aún circula por ahí.  También es un gran aldabonazo de la manipulación sentimental que esa generación socialdemócrata ha ejecutado con inmenso narcisismo como baza política

Hoy El País nos deleita con que Madina el político no se considera víctima, y con eso nos puede, por ser así de nítida su humildad, su mensaje en positivo, la sinceridad de unos sentimientos coherentes y profundos, claros y auténticos que no conocen de ruindades y debilidades, pero sí de sintesis con la conveniencia política del día a día del partido, de competencioas internas, méritos y mejores posiciones. Madina por eso tiene esa emoción contenida que nos arrebata por su verdad y tal vez por el mucho esfuerzo que ha de hacer para mostrarla. Los móviles tácticos y los méritos ante le sanedrín político han colonizado todo su mundo personal. Así que ahora posa como Robert Mitchum y Marlon Brando. Vive en la imagen, la imagen ético política labrada como el estereotipo más mediático y la imagen de nueva estrella, que es como le trata Zapatero, siempre tras los más aptos y con verdadera personalidad.

Madina es humilde, coherente, desinteresado y capaz de ofrecernos todo su ejemplo moral, su coraje y pedagogía, capaz de expurgar de su corazón cualquier sentimiento no rentable ni encauzado políticamente al sondeo y al voto. El no conoce de sentimientos y emociones turbias y él es solo un ciudadano. Cuánta sinceridad. Un ciudadano que está haciendo toda su carrera política a costa de lo que él dice negar: su condición de víctima. ¿Es que alguien puede imaginar a Madina sin esa condición?
Están persuadidos de que somos idiotas.

jueves, abril 09, 2009

Fotografías del acto Literatura y judaísmo

El Decano del Colegio de Abogados, Víctor Medina Fernández- Aceytuno y José Carlos Cataño


Esther Bentaham, Marcos Ricardo Barnatán, José Carlos Cataño y José María Lizundia










Plácid García Planas, Alejandro Baer, José Carlos Cataño y Horacio Vázquez- Rial







No fuera nadie a creer que éste fue un acto inventado, una vez más, por el judaísmo internacional (que antes que a nuestros progres inefables, sacó de quicio a un viejo simétrico de ellos, el Caudillo, por no citar a todos) y los abogados en particular, en el ejercicio de alguna de sus cualidades inherentes.
Gracias a Laureano de Lorenzo http://cocteleemos.byethost6.com/ por permitirnos este cruce de sustracciones amistosas y sistemáticas.



viernes, abril 03, 2009

Hoy viernes a las 18 horas COLEGIO DE ABOGADOS

LITERATURA Y JUDAÍSMO

c/Leoncio Rodríguez, nº 7, 1ª planta
Edificio el Cabo
más infomación abajo


Hoy en la prensa
ENCUENTRO
Literatura y judaísmo, en el Colegio de Abogados
3/abr/09 07:57

Edición impresa
EL DÍA, S/C de Tenerife
Analizar la imagen del judío en la España actual, tanto en la literatura como en los medios generadores de opinión, es el objetivo del encuentro "Literatura y judaísmo", que se desarrollará hoy, a partir de las 18:00 horas, en el Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, ubicado en la primera planta del capitalino edificio El Cabo.
Marcos Ricardo Barnatán, Esther Bendahan y José Carlos Cataño intercambiarán opiniones sobra "La imagen del judío en la literatura española contemporánea", moderados por José María Lizundia.
A las 19:15 horas, se proyectará el documental "Morir en Jerusalém", de la directora israelí Hilla Medalia, presentado por el citado José Carlos Cataño.
La jornada se cerrará a las 20:00 horas con la mesa redonda "Judíos e israelíes en los medios de comunicación españoles", que reunirá a Alejandro Baer, Plàcid Garcia-Planas y Horacio Vázquez-Rial.


Edición impresa
DIARIO DE AVISOS 3 de abril de 2009

"Es paradójico que en España, con tan pocos judíos, se les rechace tanto"
El escritor José Carlos Cataño participa hoy en las jornadas ’Literatura y judaísmo’
Cataño nació en La Laguna y actualmente vive en Barcelona. / da


N. TORRES/ SANTA CRUZ
El análisis de la imagen del judío en la España actual, tanto en la literatura como en los medios generadores de opinión, centrará las jornadas culturales que cada año organiza el Ilustre Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife. A partir de las 18.00 horas tendrá lugar la celebración del acto Literatura y judaísmo, donde intervendrán entre otros el escritor José Carlos Cataño, Esther Bendahan, Ricardo Barnatán, Horacio Vázquez y el periodista Plácid García Planas. Durante el mismo se llevará a cabo la proyección del documental Morir en Jerusalén, de la directora israelí Hilla Medalia. Durante el debate que se establecerá entre los participantes se incidirá, de entrada, una distinción necesaria y no siempre practicada, entre los conceptos de "judío", "sionista" e "israelí" y se incidirá. en hechos ocurridos recientemente en España que han sacado a flote comportamientos que los expertos no dudan en calificar de antisemitas.

José Carlos Cataño (La Laguna, 1954) será uno de los encargados de moderar el debate. Nacido en el seno de una familia católica se convirtió al judaísmo con 21 años, una conversión que le ha llevado a ser un profundo conocedor tanto de la literatura judaísta como de la realidad judía. Preguntado sobre el tratamiento que en España se le da al judaísmo, explica que "es curioso que, en el marco europeo, siendo España uno de los países que tiene menor población judía, es la que mayor índice de sentimiento antijudío presenta". Cree que "es una paradoja que, teniendo una población judía que no llega a las 11.000 personas, haya tanto rechazo". Para el escritor canario habría que "analizar el por qué, a veces, se confunde lo judío con lo israelí". Asegura que en esa confusión se puede dar un factor de índole política, porque "se puede estar en contra del gobierno de Israel o de la existencia misma del Estado de Israel, pero eso sería ser antiisraelí o ser crítico con Israel, pero no todos los judíos comparten los criterios políticos de su Gobierno". Cataño reconoce que, ese rechazo resulta paradójico en una España con una tradición sefardí que se remonta incluso a antes del Siglo de Oro, cuando "existía una literatura escrita por judíos españoles en Sefarad -España en hebreo-, un precedente que es riquísimo en esa tradición poética y filosófica. Una tradición literaria que se continúa de alguna forma a través de los judíos conversos también llamados ’marranos’ en el Siglo de Oro, desde Fray Luis de León hasta Santa Teresa de Jesús, ya que todos ellos tenían cuando menos abuelos judíos".

Tradición
La tradición literaria se vio interrumpida con la expulsión de los judíos, "una de las grandes catástrofes para el judaísmo mundial y para la historia de España en particular, después de la cual hay un olvido y una persecución, hasta que en el siglo XIX y principios del XX, con la pérdida de las colonias se comienza a pensar que existen judíos sefardíes en el norte de Marruecos y ciertas zonas de los Balcanes", asegura el autor.Según Cataño, es entonces, "muchas veces en un afán compensatorio colonial", cuando se intenta dar carta de ciudadanía española a esos judíos sefardíes que por otra parte no habían perdido la lengua antigua. "Es ahí cuando España inicia un cierto intento por recuperar esa historia y que se vio abortado por el golpe de Estado de Franco", dijo. Y de nuevo la paradoja. "Con la restauración democrática se da la situación de que España, a pesar de ese legado histórico y cultural, es una de las últimas en reconocer la existencia del Estado de Israel, un dato muy llamativo", asevera. Desde entonces hablar de literatura judaísta en España no es del todo acertado, "la ciudadanía judía española es minoritaria, mas bien de lo que podríamos hablar en todo caso, es de una literatura israelí por un lado, que se expresa en hebreo y por otro de una literatura diaspórica, que la representan dos de los invitados a estas jornadas, Esther Bendahan, nacida en Marruecos y nacionalizada española o Marcos Ricardo Barantá, judío argentino, autores que viven en España y que escriben una literatura universal pero con ciertos elementos de la diáspora judía".

Teorías negacionistas
Para José Carlos Cataño, los defensores de las conocidas como teorías negacionistas sobre el holocausto, "simplifican la realidad". "Yo estoy en contra de prohibir nada, allá cada cual con su interpretación de la historia. Hay una amplia documentación sobre la existencia de los campos de concentración y las cámaras de gas, el que quiera negarlo o afirmarlo primero tiene que documentarse. Evidentemente me parece repulsivo, pero no penalizaría eso".



jueves, abril 02, 2009

Artículo en Diario de Avisos: Literatura y judaísmo


Opinión
José María Lizundia Zamalloa
Literatura y judaísmo

A comienzos de 1970 el euskera batua o euskera unificado ya había sido adoptado por la Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia), poniendo de esa manera coto a la dispersión dialectal del euskera, que fue ilustrada por el príncipe Luis Bonaparte en su célebre mapa lingüístico, que fijaba hasta seis dialectos. El euskera batua se sustentó en los dialectos labortano (vasco-francés) y guipuzcoano por una razón de peso: en esos dialectos existía la mejor tradición literaria que serviría al nuevo canon, aunque fuera literatura religiosa como la de Bernat Dechapare y Johannes Leizarraga, traductor al euskera de la biblia hugonote.
En los 70, los jóvenes filólogos vascos, la mayoría de Hispánicas, pero euskaldunberris (que habían aprendido el vascuence por su cuenta), tenían como paradigma de enseñanza de lenguas, a efectos de invertir la diglosia (la preeminencia social de una lengua sobre otra) favorable al castellano, al Estado de Israel, cuyos métodos de aprendizaje del hebreo se trasplantaban al País Vasco. El Estado de Israel, que había desechado los tradicionales métodos de enseñanza de idiomas, era capaz de proporcionar a las oleadas de emigrantes que recibía, el nivel de habla de un niño de seis años en un periodo de seis meses. La enseñanza del hebreo no se hacía a través del propio idioma de cada alumno, sino por asociaciones de los objetos y acciones con los nuevos términos, sin traducciones previas.
El hebreo hasta la segunda mitad del XIX era una lengua muerta, recluida en la Torá, el Mishná y el Talmud, y bajo la custodia de los rabinos. La resurrección del hebreo va a estar ligado a la fundación del Estado de Israel, pero también al despegue del sionismo, aquella empresa de judíos civiles, con tintes de epopeya, que querían comenzar una vida digna trabajando el campo y con una organización social inspirada en ideas izquierdistas. En el nuevo hogar judío, como figuraba en la Declaración Balfour, la base de unión de los judíos ya no será la Torá, sino el hebreo. Viene a ser esta evolución muy similar al tránsito, obra de la ETA de los años 60, del nacionalismo vasco racial (de sangre) y racista al patrón étnico lingüístico que sustentará finalmente al conjunto del nacionalismo étnico vasco.
El mayor nutriente de la inmigración sionista a Palestina hablará en yiddish, ya que es el idioma de la mayoría de los ostjuden (judíos orientales) de la rama askenazi, como el ladino lo es de la rama sefardí o el yaquetía del Magreb y enclaves mediterráneos de los descendientes de los expulsados de España en el Siglo XV.
El yiddish llegará a ser el enemigo del hebreo. Se trata de un alemán petrificado en el Siglo XV y desgajado del alemán unificado gracias a la Biblia de Lutero, que tiene muchas incrustaciones de otros idiomas de Europa oriental y del hebreo. Que la vitalidad de un idioma no decrece por los préstamos y aportes de otras lenguas lo demuestra la gran literatura escrita en yiddish, de la que es obligado citar a Menajem Mendel e Isaac Bashevis Singer, galardonado con el Nobel. El yiddish pasa a ser el idioma e la diáspora judía de finales del XIX y principios del XX, que alcanza su auge y plenitud especialmente en Nueva York, donde se editan varios periódicos, mientras que el hebreo prende en Israel.
La recuperación del hebreo como lengua viva y vehículo de comunicación de la sociedad judía de Palestina es mérito de Ben Yehuda, hoy nombre de una de las principales arterias de Tel-Aviv. Es famosa la anécdota del hijo de Ben Yehuda, el primer hablante del hebreo moderno, a quien su padre privó de todo contacto exterior para que no conociera lengua distinta a aquella.
En estas lenguas que han requerido de una suerte de refundación se confía con interés vital en poetas y escritores para el perfeccionamiento lingüístico y su desenvolvimiento más rico, por lo que es muy común oír a Amos Oz decir de alguien que habla muy buen hebreo, como a Jon Juaristi decirlo de otro por su euskera. Donde los académicos de la lengua no llegan, llegan los escritores que afianzan y pulen la pragmática lingüística. Así se forman las tradiciones literarias, y antes de llegar a la tríada de lujo que hoy componen Amos Oz, David Grossman y Abraham B. Yehoshua, es obligado citar al gran poeta Bialik y al también Nobel Agnon como los padres de la patria de la literatura hebrea. Los tres primeros, como no podía ser menos, se reconocen en esa tradición, tradición tan corta como vigorosa.
Si hablamos de judaísmo y literatura, por fuerza hemos de abrirnos a otros idiomas. El judaísmo es el concepto más amplio, que excede a la lengua y al propio hebreo, que es el idioma de Israel (también es oficial el árabe) y al hebreo antiguo, que fue uno de los israelitas bíblicos.
Los judíos, muchos dejando a las claras que lo son, emplean otros idiomas. Ahí tenemos el caso casi obsesivo de Philiph Roth (sus padres y vecinos en Newark, Nueva Jersey, hablaban yiddish), Saul Bellow y Paul Auster, que hoy constituyen las cimas de la literatura norteamericana.
Pero si hay un idioma con el que el judío ha estado durante toda la modernidad comprometido con fuerza es el alemán, al menos desde Mendelshon, y a lo que mucho contribuyó el movimiento ilustrado judío de la Haskalá. El gran crítico literario de la literatura alemana, Reich-Ranicki, él mismo judío de origen polaco, ha considerado como el mejor escritor alemán de todos los tiempos a Henrich Heine, un judío alemán afincado en París. La atracción judía por el alemán excede en mucho este artículo, pero sirva como botón de muestra el caso del inmenso poeta Paul Celan, nacido en Bukovina, en los Cárpatos, y cuyos padres fueron asesinados por los nazis. Celan, que vivió en París, no podía pisar suelo alemán (era superior a sus fuerzas) por lo ocurrido a sus padres y a su pueblo, pero no podía dejar de expresarse en alemán, lengua en la que está escrita su obra.
La literatura europea está trufada de autores judíos italianos, húngaros, rusos o franceses, pero es en la lengua alemana donde el elenco judío brilla con intensidad insuperable: Kafka, Joseph Roth, Schnitzler; Krauss, Zweig, Canetti, Broch, Benjamín, Morgenstern, etcétera.
Hasta aquí no hemos parado de citar a autores o de referirnos a sus nacionalidades, pero sin citar ni a España ni a Canarias. Este largo excurso nos servirá para interrogarnos sobre si es posible hablar actualmente de judaísmo y literatura en español. Evidentemente que se puede, con tal de que nos olvidemos de la idea de Estado español y pensemos en un territorio lingüístico del español. Tánger y Tetuán son plazas fuertes de lo judío español. El escritor José Carlos Cataño es lagunero y suya es la obra De tu boca a los cielos, que trata sobre el mundo y habla de los sefardíes. Existe una literatura en español plenamente transfronteriza, desarraigada, judía a carta cabal y por ello cosmopolita, de trasterrados como Cataño y Esther Bedaham, nacida en Tetuán, de hispanoargentinos como Horacio Vázquez- Rial y Marcos Ricardo Barnatán (autor de una de las mejores biografías de Borges), a los que hay que añadir, ya como expertos en judaísmo, al catedrático de Sociología Alejandro Baer y al corresponsal de La Vanguardia, reportero en todas las guerras, Plácid García- Planas.
Es posible que algún lector esté interesado en conocer en directo la opinión de todos estos expertos. Atentos entonces a la agenda de mañana viernes 3 de abril: Judaísmo y Literatura, en la sede del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife.