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El mundo ordinario con los afanes de las personas comunes y repetidas, no les atrae, pero no las llegan a despreciar ya que se limitan no tanto a desdeñarlas como evitarlas, de hecho les aburren y mucho. Los dos están presos, uno, de las emociones/sentimientos/mundo sensible y el sexo inmoderado; mientras que el otro es conducido, quiera o no quiera, por el intelecto/pensamiento/razón, con mayor apremio y arbitrariedad. Es preferible y más gozoso un concepto abstraído de una nebulosa de sensaciones efímeras y signos extraños que el cuerpo voluptuoso de una mujer. Al culturalista le subyugan las creaciones de la cultura en su valor sustantivo y frutos preciados son todas sus manifestaciones, ora la presentación de libros (más si son los suyos propios como ocurre), ora la música, ora un plan británico: el ir a Londres para ver en el Royal Albert Hall a Eric Clapton in concert, y aprovechar después alguna ópera y teatro, con tiempo para un espectáculo estelar en el Soho, este o aquel museo, galería de arte de la que me han hablado...




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