sábado, mayo 17, 2025

Mi recorrido: nacionalista, abertzale, bilbaíno, antivasco (bilbaíno), exvasco (bilbaíno), aranista (español)

El año pasado estuve  4 veces en Getxo/Bilbao, esta es una de ellas,  lejos de  la fálica Iberdrola al fondo. Un edifico más logrado que la torre de La Cartuja de Sevilla, del arquitecto argentino César Pelli las dos, como las torres llamadas de la Coca Cola de Ciudad de México  que  vi el pasado año . 
Nací en el seno de una familia nacionalista bilbaína, una comunidad dentro de otra comunidad.

La ría sin discusión es lo más principal de Bilbao.  Aquí atracaban barcos con cascos de madera, que conocí de muy niño, y muchas gabarras. Y como escribí en Vasca Cultura de Altura, hasta aquí llegaba el mar, con sus terminantes pleamares o bajamares y oscilantes y morosas medias mareas. La ría no era sobrevolada por palomas sino por gaviotas estridentes en plena ciudad.
Saliendo de la adolescencia tan invasiva me hice abertzale y tan estridente como las gaviotas

La remodelación del edificio Albia que tanto afeaba  la ría y las torres de Arata Isozaki, ha supuesto un adecentamiento necesario. Las remodelaciones  tienen una gran poder de mutación y esplendor
Sin terminar  la veintena, pero terminado el servicio militar, me transterré lejos, Canary Islands, y comencé a bruñir todas las costras grapadas  a mi piel, y en un proceso  de abjuración sostenida (que no sostenible que  no conducía a nada)-
Me hice bilbaíno, como dijo Nietzsche: había que llegar a ser lo que ya se es; antes que vasco.
La torre del fondo en el comienzo del puente del Arenal (Isabel II) es del estilo de algunos de los primeros rascacielos de Chicago. Este recodo de la ría es Chicago, único y deslumbrante, con sus canales urbanos y los rascacielos sobre ellos ciñéndolos. No hay en España, una ría caudalosa y plenamente canalizada que sea tan urbana, el Ter por Gerona es pueblo, como Balmaseda y Durango.
Mi hostilidad al terrorismo y al etnicismo, alcanzaba a la sociedad neutral, coral, endogámica, tribal, gélida, hecha herri que miraba a otro lado, al parecer son 180.000 vascongados que tuvieron que escapar, que son escaños y clima de opinión y libertad para todos, una mentalidad literalmente exterminada, Me hice antivasco, si alguno me decía vasco, le corregía. Que no pasaba con Bilbao
Me di cuenta que la mayoría pueblo (como los indios pueblo de Arizona), proseguía con su carlismo sanguinario y montaraz, de enemistad rotunda con la modernidad, que un poco me había implicado a distancia contra la sociedad bendita, silenciosa y ciega, pero vivía muy lejos donde todo era real, de vida cotidiana y yo estaba al margen, ya era exvasco, 
-Pero es no es posible- me argüía alguno
-¿No? pues te lo digo yo que sí
Aquí con Gorka el pasado año en la civilizada por civil, laica, liberal y nada étnica Las Arenas. Había descubierto que lo que realmente era yo, un aranista y que el verdadero valor era el mitológico y simbólico  y sus trabas afectivas con lo que se engarzan, de los que me nutrí.
Las Arenas, una ciudadela no etnicista ni de progreso sanchista de progreso. Mi aranismo no admite ninguna compañía ni conexión ni pertenencia, porque a todas aborrece. Aranismo totalmente particular y privativo
Foto de año pasado, que une una suerte de filosofismo apátrida con el aturdimiento cosmopolita, que la ciudadela provee.
Contra aquella frase de Cánovas u otro de la Restauración, de que es español es el que no puede ser otra cosa, uno arguye que ser español es lo que te permite librarte de lo más atávico, localista, antimoderno, coactivo, opresivo y uniformador en sus ámbitos, victimista, endogámico y unísono por tribal

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