domingo, noviembre 19, 2017

Mi prologuista, mi hijo y mi hermano

En plena efusión creativa, tras mi recinto amurallado, surgen nuevas ideas, intuiciones, e inauditas líneas críticas y de argumentación como vienen a ser los preliminares del sexo, que es cuando lo das forma y estilo, (no sé si entiende, no sé lo que digo) tras la pulsión que se ha cobrado enhiesta todo su vigor asemejándose  al tótem de los tohono de Arizona. Hola Arizona, hola Espy, hi Tucson. Oyendo al Bob Dylan de mi época
Acabo de leer en El País el fragmento del libro de Rafael Moneo (entre sus obras, la última vista por mí, la inmensa catedral de Los Ángeles), de cuya publicación ya sabía. Este arquitecto tan eminente  -Premio Prizker de arquitectura)  me confirma  lo que más  he destacado yo de la mezquita de Córdoba cada vez que he estado -se lo acabo de recordar a XY-: el perfecto engaste de la catedral en la mezquita de Córdoba, cómo gana el conjunto, cómo lo singular y ajeno logra acomodarse en el conjunto. Es lo que siempre he destacado de la mezquita, que ahora lo diga Moneo pues ha de significar que tengo cierta visión estética arquitectónica. Sigue Dylan y en El País, mi interés por  Al-Ándalus  
Mi amiga politóloga colombiana, editora de la web cplatam me hará el prólogo. Ya le he dicho que el libro estará para comienzos de año terminado. Esta es una época feliz por los contactos que se pueden tener sin salir de casa, que es lo que hago yo habitualmente y aunque tengo casa como un monasterio apenas traspaso mi celda. Últimamente justo cuando el largo verano está agotado subo a mi estudio de escritura a deleitarme con la estancia (creo estar en la costa de Maine, años 50, tiene esa evocación) y las vistas sobre la bahía y casi África. Por todos los espacios de los que dispongo podía estar trabajando en distintos géneros a la vez.
A E. le suelo pedir una crónica de sus viajes. Entre otras cosas porque si no, no cuenta. Esta vez por trabajo, porque por sin trabajo también viaja de lo lindo, de Buenos Aires, donde vivió. Hace años cuando las bodas de plata a punto estuvimos de celebrarlas yendo a Buenos Aires, no Argentina: cataratas, peritos morenos y zarandajas. Yo tenía poco tiempo y con mi propensión al desistimiento al final no fuimos: puse en cuarentena la ciudad y otra vez ganas de conocerla. Es una atracción que siempre he tenido.
Eguiar nuevamente explota sus dotes de hacer con concisión todo un  reportaje de lo humano, la anécdota (siempre lo más significativo, si sabes) y del lugar. Si escribiera en morse introduciría lirismo. Son también microrrelatos.
"La discusión teológica en la obra de San Agustín", así, al lado mío, tomando un café.  Los argentos siguen siendo fieles al tópico.
En la conferencia (por cierto, mi ponencia un éxito) hicieron derroche de sus cualidades y otros rasgos menos honrosos: verborrea, informalidad, chulería, tendencia al neologismo si este resulta en la duplicación efectiva del largo de la palabra y "puto amismo" por doquier. Algunos siempre se salvan, no obstante. Siguen siendo simpáticos.
Y Buenos Aires como siempre una delicia en primavera. Las jacarandas están exhuberantes y Puerto Madero ha crecido una barbaridad, pero con mucho empaque. Ahora estoy en mi antiguo barrio - Botánico- y se mantiene esplendoroso. También pareciera que se respira menos peronismo, lo cual era una cuestión ya higiénica. Seguiremos reportando”.
 Mi hermano, el intelectual mundano
Mientras yo observo una vida monacal como en una zuaia o morabito del Magreb, a todos los efectos, salvo el alcohol y la oración, mi hermano vive el desenfreno de la sociabilidad desbordada, como si fuera un joven de Vascongadas. Tiene una media novia que es Sra Advocat, un canon no excesivamente estimulante: una esteticista de botellazo  de barrio, es una starlet de Hollywood que escribe novelas. El otro día le tuve que decir, (solo le veo los lunes al enseñante intenso) “qué ¿te deja que le toques una teta? Ni se dignó contestarme, ¿serán las dos?
Se hace el interesante conmigo, porque yo observo el silencio, el aislamiento y habito en una zuaia  en el desierto o en las montañas del Rif. Entre tanto queda  con dos amigos también Srs advocts con los que come una vez al mes y se bebe su medida: 600cl. No le arriendo esa  ganancia. En el instituto tienen  despedidas porque son muchos y otra vez al mes se van a comer y a beber. Me dijo que uno se despide ya  como él hace conmigo “a sus órdenes” (lo debe repetir), tras yo hacerlo siempre con “perdón-gracias”. En su infatuación progresiva me confesó que con esos sintagmas, que los provoco yo, está aportando su impronta al instituto.
Ahora al margen de  los Srs advocats se siente satisfecho y mundano, y se permite tratarme con displicencia, (yo no tendría mundo y él sí) hoy me he visto forzado a decirle,  bueno nos veremos en enero; a qué hora, me contesta. Le he añadido en plan “Achtung, achtung”, sabrás que esta nochevieja como somos muchísimos (vienen de Mijas, Italia y USA)  tu silla peligra. Y como lo estás leyendo ahora, te mando este mensaje: ándate con ojo.  

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