jueves, marzo 16, 2017

Cuánto tiempo sin coche

Llevo no sé cuánto tiempo sin  coche. Me desplazo a pie, es decir que hago descensos pronunciados como para piraguas aunque sean muy pocas las veces. Ayer me recorrí gran parte de la ciudad, lo que me resultó inédito. Justo me  sonaba la ciudad, no hubo pues  mucha extrañeza. Quedé con mi hermano en Los Reunidos al mediodía. Envidiaba la extraterritorialidad que mantenían Al y Serena, cuando llegaron de dar la vuelta al mundo a comienzos de los 90, que consistía en estar (burbuja) sin estar, sin entorno, sin territorio específico. Parecía que no vivían aquí. Hacía la Guía de playas de España como si estuviera por todo el litoral español.  Venían amigos de Madrid e Italia y vivíamos en un mundo propio, que desaparecía cuando iba a trabajar: del trópico cocotero al polo pingüino y la inmersión en un mundo que como poco no me gustaba nada y que siempre lo viví provisional, luego mejoró. Ahora soy yo el que ha accedido a ese tipo de vida, al de  la extraterritorialidad. Obviamente alguien como yo, con lo que no puedo cortar es con las cosas divertidas. Tengo todos los días mis dosis  por teléfono, y en casa también, que parece aguardaba para el final. Del mundo que me circunda no sé nada, ni quiero saber,  no imaginé lo que suponía de  beatitud. Mañana viene a casa mi amigo periodista vascongado por la mañana.
Dependo de una cuestión fundamentalmente para ir a Bilbao y Cádiz, el viaje aún pendiente. Y que lo voy hacer en breve, Las Palmas tengo atascada y el viaje a EE.UU. está ya casi encima. Así como no tengo exterior local –todo lo tengo en casa-, si no son los amigos, el exterior se ha convertido en el no local, por lo que las ganas de moverme son fuertes.
Mi hijo ya está en Camboya, en su hotel estuvo Liz Taylor, le pregunto y me contesta que como el Minzah (de Tánger), pero en lujo asiático. Al final van a estar los dos fines de semana con nosotros en el Oeste americano, el primero en Tucson en la graduación de Espy y el segundo en Los Ángeles, en lugar de volver a Washington se quedarán en casa de unos amigos en LA trabajando desde allí. Espy ha pasado el fin de semana con mi hija en Washington para una entrevista en una gran firma de abogados (para ella).   
Mi amigo Andrés acertó con el autor del libro de arriba y el lunes me lo llevó a Los Reunidos. Regaliz.   
Espy tras regresar a Tucson, fue el otro día al dentista a Nogales (cheaper), donde los mexican y destino próximo nuestro. 

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