jueves, abril 28, 2016

Ayer salté por los aires

He perdido toda mi base de datos, fotografías y demás. Casualmente se ha salvado la mayoría o todo de lo que va a ser mi futuro: el trabajo.  Lo que hace más lamentable la circunstancia sobrevenida. Lo personal que ocupaba bastante,  borrado ¡enterito! No hay recuperación. En un primer momento no le di apenas importancia. Mantengo el blog, y todas mis hazañas las tengo en papel. Lamenté que no afectara al pendrive ni al ordenador de mesa, ya se podía haber llevado todo el virus. Si fuera por mi memoria tendría gran parte de mi pasado borrado y nunca existido, nombre a nombre, hecho a hecho, escrito a escrito. Que es justo a lo que no ha afectado el virus. Me sorprendió un poco el sosiego y bienestar  que me infundía el estado de desposesión o despojamiento. Ligero de equipaje. Ser para la muerte: Heidegger. ¿No me pondré hacer yoga?
Horas más tarde recordé que sí había pérdida y además  sensible.  ¿Pero no habíamos quedado que el vaciamiento era una experiencia amable, aunque en este caso demasiado incompleto y selectivo? O sea, se había producido  justo al revés.
Había empezado Sáhara III (así lo llamaba) y Literatura canaria II. Empezando por este último, lo importante es que ya lo había iniciado, que era lo fundamental, además me había ocurrido en Bilbao, gracias a un librito de Mercedes Pinto que llevé. Arranqué, porque hasta entonces no había manera de hacerlo. Lo perdido es poco, entre otras cosas porque escribo en los libros que leo. Lo que sí es pérdida es lo del Sáhara, por donde navegaba feliz. Iba tan a gusto que no tenía ninguna prisa por seguir. Es lo que me pasaba con el escritor George Perec, que tenía que  interrumpir su lectura de todo lo que me gustaba (con ustedes en la foto de arriba). Había logrado un enfoque completamente  distinto a los dos libros anteriores, gracias a novelas que había leído. Me afluían las ideas, escribía de un tirón sin pensar, los hallazgos a veces se encadenaban. Me parecía muy original lo que estaba haciendo, y bueno. Con Canarias en cambio eran meros balbuceos, así se nace, con vagidos. No me preocupa más que antes.
Pérdida grande la del Sáhara, el caso es que además no me acuerdo de casi nada. Hoy he empezado a hacer anotaciones.  Aunque el informático me ha asegurado que no hay nada recuperable, tengo al Niño, que ya ha encontrado los últimos virus en internet. Los va a estudiar y acudirá en mi auxilio.
La semana que viene me voy de retiro, pensaba llevar una maleta de libros, ahora los principales son los del Sáhara que había leído recién.

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